El penalti provocado, el fallado y la tarjeta roja (como capitán): el amargo cumpleaños de Theo


Noche oscura para el francés, que cumplió 27 años. La expulsión al final del partido por protestas de Pairetto podría salir muy costosa

Periodista

7 de octubre – 00:00 – MILÁN

Un cumpleaños para olvidar. Y en una noche como ésta, impresiona pensar que Theo Hernández haya cumplido 27 años. Debería ser la edad de plena madurez futbolística, la edad a la que -sobre todo después de un partido mal interpretado por todo el equipo- deberíamos evitar añadiendo una desagradable carga de once. Para contar la noche oscura del francés es inevitable empezar desde el final. O más bien después del final, porque Theo fue expulsado por Pairetto cuando el partido ya había terminado. Tarjeta roja directa provocada por una especie de «asalto» del lateral para protestar con excesivo calor. Agravantante: era capitán. La sanción mínima será una sanción de dos partidos, que técnicamente puede aumentarse en función de lo que escriba Pairetto en el acta (en los próximos tres partidos el Milan se enfrentará a Udinese, Bolonia y Napoli).

responsabilidad

El brazalete y los frescos 27 años deberían haberle dado un consejo a Hernández. Especialmente después de que termina el juego. Quizás incluso alguien podría habérselo llevado antes, dado que había sido un encuentro especialmente complicado para él. Sólo una luz dentro del túnel: centro de Pulisic para el momentáneo empate. El resto era para olvidar, y cuando el francés tiene malos días no suele haber término medio. Y de hecho. Primero el penalti sobre Dodo, no sensacional pero sí fruto de una intervención evitable (estaba en lo alto del área, a tiro de piedra de Maignan). Luego el penalti fallado, asumiendo una responsabilidad que no debería haber sido suya, como aclaró Fonseca tras el partido. Theo cogió el balón de los brazos de Morata (aunque en realidad debería haber disparado a Pulisic) y le dio una patada a De Gea. Finalmente, en la segunda parte, arriesgó provocar un segundo penalti al intervenir bruscamente sobre Colpani. Esta vez el control del VAR le absolvió. Hasta la escena final en el rostro de Pairetto: un capitán sin control es la antítesis del papel en sí.





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