El nuevo jefe de Starbucks debe tener cuidado con su barista de asiento trasero


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Los posos del café se han asentado en el drama de la sala de juntas de Starbucks y ha surgido un vencedor. Saludos, Howard Schultz.

En un importante cambio, el gigante del café con sede en Seattle nombró al actual jefe de Chipotle, Brian Niccol, como su nuevo director ejecutivo. Reemplazará a Laxman Narasimhan, quien se retira de inmediato.

Niccol es muy valorado por el cambio de rumbo de Chipotle, y su nombramiento debería (al menos temporalmente) calmar las ambiciones de Elliott Investment Management. El activista, que posee una participación en Starbucks, había estado en conversaciones con Narasimhan.

El que parece triunfar es Schultz: el ex director ejecutivo, accionista mayoritario y crítico enérgico de Narasimhan se había opuesto a cualquier acuerdo con Elliott. El hecho de que el nombramiento de Niccol no se haya discutido con Elliott (pero haya contado con el pleno apoyo de Schultz) sugiere que el primero puede haber sido superado en maniobras.

El mercado dejó en claro sus sentimientos. Las acciones de Starbucks subieron casi un 23 por ciento y borraron sus pérdidas del año, mientras que las de Chipotle cayeron más de un 13 por ciento.

Eso, en parte, refleja la permanencia de Niccol en Chipotle. Desde que asumió el mando en marzo de 2018, las ventas de la cadena de inspiración mexicana se han más que duplicado hasta alcanzar casi 10.000 millones de dólares el año pasado. Las ganancias han aumentado un 600 por ciento. Incluso teniendo en cuenta la caída del martes, quienes compraron acciones de Chipotle tras el nombramiento de Niccol habrían obtenido una ganancia del 873 por ciento.

Su experiencia puede ser muy útil para los problemas de Starbucks en Estados Unidos: la falta de personal, la frustración de los clientes por los largos tiempos de espera y las tiendas de aspecto cansado son problemas de ejecución más que de demanda. Se pueden superar: Starbucks necesita invertir en personal y mejorar las operaciones y la eficiencia de sus tiendas.

En cambio, los problemas de la empresa en China —su segundo mercado más importante— son más profundos. La competencia de las marcas extranjeras y locales es dura, mientras que la economía se está desacelerando. Los ingresos en sus 7.306 tiendas chinas cayeron un 11 por ciento durante el tercer trimestre fiscal hasta junio.

Para Niccol, la solución rápida podría ser frenar los planes de expansión en China. Starbucks ha más que duplicado su número de tiendas allí en los últimos seis años. El analista de BTIG Peter Saleh estima que Starbucks ha invertido más de 400 millones de dólares al año (o entre el 20 y el 25 por ciento del gasto de capital de la empresa) para expandirse.

Arreglar Starbucks no será tan sencillo como arreglar Chipotle. La cadena de cafeterías es mucho más grande, con 39.477 locales en todo el mundo. Chipotle tiene solo 3.530 sucursales, la mayoría en Estados Unidos.

Pero el nombramiento de Niccol le dará a la compañía algo de tiempo para empezar a abordar los problemas de Estados Unidos y reducir su presencia en China. Pero su tarea conlleva otra complicación: un barista que acaba de conseguir lo que parece una victoria.

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