El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, amenazó el miércoles que los objetivos de conquista de Moscú no se limitarán a la región de Donbas, en el este de Ucrania, si los estadounidenses entregan a Ucrania sistemas de misiles Himars aún más pesados que los que entregan ahora. El progreso de la invasión rusa acababa de quedar algo paralizado. Lavrov no sabe cuánto territorio quiere conquistar Rusia.
Si bien ciertamente no se ha producido un alto el fuego, en las últimas semanas ha habido motivos para esperar con cautela que los objetivos de guerra del presidente Vladimir Putin se limiten a conquistar el Donbas.
La invasión de Ucrania está cobrando un precio inesperadamente alto a las tropas rusas, tanto en términos de bajas como de efectividad en el combate. En la captura de las ciudades de Donbas de Lugansk y Lysychansk a principios de este mes, Rusia perdió muchas tropas y equipos. La inminente conquista total del Donbas podría haber sido un momento lógico para declarar la victoria y así limitar las pérdidas.
Sistemas de misiles Himars
Además, las fuerzas rusas se encuentran con un nuevo problema: el preciso sistema de misiles Himars. Doce de estos lanzacohetes con ruedas fueron entregados a Ucrania por Estados Unidos hace un mes. Tienen un alcance de unos 70 kilómetros, lo que permite a Ucrania atacar depósitos de municiones, puestos de mando y otros lugares logísticos vitales muy por detrás de las líneas. Doce piezas no son suficientes para que Ucrania gane la guerra, pero son una espina clavada para los rusos.
No sorprende, entonces, que el ministro de Defensa ruso, Sergey Shoygu, ordenara el lunes a sus tropas en el Donbas que se ocuparan de esos sistemas: “Destruir, con alta prioridad, los misiles de largo alcance y la artillería desplegada por las fuerzas ucranianas”.
El miércoles, poco después del anuncio de Lavrov, el secretario de Defensa de EE. UU., Lloyd Austin, anunció que se entregarán cuatro sistemas Himars más. Pero los riesgos reales para Rusia radican en armas con un alcance aún mayor: los sistemas Himars con un alcance de 300 kilómetros. Estados Unidos se niega a entregarlos por temor a los bombardeos ucranianos en territorio ruso.