El "Me gusta" colocado hoy debajo de la foto en el perfil social del extraño es mucho más fácil de lo que hubiera sido antes sonreírle en una fiesta o mirarlo fijamente en la barra del bar.


Antonella Baccaro (foto de Carlo Furgeri Gilbert).

Yel amor a primera vista? Periódicamente el tema aparece en conversaciones sentimentales y, escuchen, resiste el paso del tiempo. Es como si admitiéramos que todo envejece menos nuestro corazón, que todavía está dispuesto a fibrilar a primera vista.

En realidad este tipo de fenómeno Alguna vez se limitó a la adolescencia o, como máximo, a la primera juventud.. Mientras que se consideraba inalcanzable con la madurez y la adquisición de esas conciencias sobre la naturaleza humana que hacen que todo nos parezca obvio.

¿Por qué entonces, después del “anta” volvimos a repensar el amor a primera vista? La respuesta más sencilla es que la prolongación ad libitum de la adolescencia en los adultos ha traído consigo toda la fenomenología sentimental propia de esa época.

Pero esa es una respuesta demasiado simplista, porque La dinámica del amor a primera vista no se basa en la voluntad sino en la confianza total.. Y si esto es cierto, a partir de cierta edad es precisamente eso lo que falta, prevaleciendo generalmente en las relaciones una actitud prejuiciosa y de autoprotección.

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Entonces, ¿qué ha cambiado para permitirnos volver a soñar despiertos? Lo que ha cambiado es el «lugar» en el que nuestras emociones se iluminan a primera vista. Ese lugar hoy son las redes sociales que brindan un catálogo humano al alcance de los me gusta y la posibilidad de entrar en contacto con ellos.

Como El «me gusta» colocado debajo de la foto del extraño hoy es un gesto mucho más simple de lo que hubiera sido antes sonreírle en una fiesta o mirarlo fijamente en la barra del bar.. La dinámica del «visto, tomado» es vertiginosa y juega precisamente con la facilidad del gesto y la limitación de las consecuencias. Un “contraparecido” arrasa con la timidez y nos permite tomar el camino del idilio más fácilmente que un encuentro real en el que la persona se nos aparece tal como es.

Sin embargo, hay un precio que pagar.. A menudo estos contactos terminan rápidamente. Pocos logran entablar una conversación y muy pocos consiguen una reunión. Desaparecer es el deporte más practicado. Y así seguimos, hojeando el catálogo de posibilidades en busca de una emoción diaria. Aún mejor que nada.

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