“Trabajo regularmente como camarero en el club de fútbol de mi amigo. Mientras sirvo cervezas, escucho a esos hombres bromeando entre ellos. Esos chistes de hombres duros sobre el sexo. Mi Jan participa igual de duro, pero si supieran. Jan es impotente y no ha podido tener una erección durante un año. Aunque todavía lo amo tanto, la disfunción eréctil de Jan ha tenido un gran impacto en nuestras vidas.
Tuvimos una gran vida sexual.
Cuando no logré tener una erección por primera vez, no estaba preocupado. Jan pasó por un período estresante en el trabajo e internamente solicitó un puesto más alto. La próxima vez, sin embargo, tampoco quería funcionar, y la próxima vez, solo tres meses después, tampoco. Eso hizo que Jan se cerrara por completo sexualmente. Y eso si bien siempre tuvimos una gran vida sexual. Respondí lo más comprensivamente posible, pero mientras tanto estaba decepcionado. Debido a que ya no podíamos disfrutar realmente de otras formas de sexo tampoco, todo el tema se cargó repentinamente.
Presión emocional
Mientras tanto, Jan evita cualquier forma de intimidad. A estas alturas estoy empezando a dudar enormemente de mí mismo, pero Jan me asegura que no soy yo. Sigo tratando de sacar el tema a discusión, de insistir en que vea a un médico, pero él no quiere saber nada al respecto. El otro día lo pillé viendo porno: sin presión emocional al parecer se pone cachondo. Lo entiendo, pero también me pone muy triste. No quiere saber nada de su propia esposa, pero sí mira esas imágenes falsas”.