El llamado del Papa a la paz. Así se mueve la Santa Sede en el escenario Rusia-Ucrania


Un llamado a la paz. Nuevo, quizás más vibrante y decisivo que el del pasado domingo. El Papa Francisco, en las horas más tensas de la escalada en el Donbass, pone toda su autoridad en el plato de la geopolítica mundial al hablar en la audiencia general. Una vez, en 2013 -recién elegido y ya muy fuerte en la imagen planetaria- lo hizo por Siria, y quizás algo se había movido. Quizás fue la ONU, quizás Moscú, el hecho es que el ataque estadounidense, hubo Barack Obama, no se fue. Pero ahora las cosas son diferentes, por un lado Rusia, por otro la OTAN. Como en los viejos tiempos, excepto que era la guerra fría en el mejor de los casos por poder, aquí están las banderas de las empresas matrices.

La Santa Sede todavía tiene fe en una solución pacífica

Pero Francisco (y toda la Santa Sede) mantiene bien la distancia, y habla de paz con respecto a una crisis, nunca de agresión. L’Osservatore Romano escribe: «La perspectiva de una solución pacífica a la crisis en el este de Ucrania y, en general, del tira y afloja cada vez más amargo que ha estado enfrentando a Rusia y Occidente durante meses, parece estar desvaneciéndose, pero no desvaneciendo por completo», subraya el diario vaticano. Y de nuevo, desequilibrándose decididamente más adelante: “Putin ha optado por tanto por forzar la mano, formalizando lo que ya estaba sobre el terreno en los hechos, muy consciente de las implicaciones que habría acarreado tal decisión”.

Hace un mes, cuando las tensiones comenzaban a subir (pero había una creencia generalizada de que todo se resolvería con algo más circunscrito), el «ministro de exteriores» del Vaticano, Mons. Paul Gallagher, dijo en un discurso durante la misa en Sant’Egidio (que hace unos días organizó la única manifestación por la paz celebrada en Italia, no ha habido una desde 2003, ed): «Es realmente triste ver a toda poblaciones desgarradas por tanto sufrimiento causado no por desastres naturales o hechos que están más allá del poder humano, sino por la «mano del hombre», por acciones realizadas no en un ataque de ira, sino cuidadosamente calculadas y realizadas sistemáticamente».

Una figura clave (potencial): el nuncio en Kiev, lituano

En definitiva, prudencia y presencia vigilante, pero nula iniciativa política, al menos eso se sabe hasta la fecha. Un papel mediador requiere el consentimiento de ambas partes (lo hubo en la ex Yugoslavia, y de manera diferente entre Cuba y EE.UU. más recientemente), que no existe. Eso sí, no se pueden descartar canales no oficiales, pasando por el patriarcado ortodoxo ruso, muy cerca del Kremlin. Cabe recordar que el nuncio apostólico en Kiev ha sido Mons. Visvaldas Kulbokas, joven lituano, quien en 2016 actuó como intérprete en el histórico encuentro en Cuba entre el Papa Francisco y el Patriarca de Moscú, Kirill. Así que figura para mantener un ojo en. No solo eso: hace unos días el embajador ruso ante la Santa Sede, Alexander Avdeyev -que fue muy escuchado en Moscú- anunció que «se están haciendo los preparativos para un segundo encuentro entre el Papa Francisco y el Patriarca Kirill, alrededor de junio-julio». . Precisando que «todavía no se ha elegido el lugar».

La dinámica de la iglesia ortodoxa y la hegemonía de Moscú en el Donbas

A lo largo del asunto de Ucrania -desde la anexión de Crimea en 2014 en adelante-, la Santa Sede siempre ha mantenido un perfil muy bajo, precisamente por las implicaciones de relaciones interreligiosas que ello conlleva. En esa zona del mundo, las confesiones son un tablero de ajedrez. Al margen de la Iglesia greco-católica, la Iglesia ortodoxa se debate entre los que se sienten bajo el paraguas del Patriarcado de Moscú (en la zona de Donbass) y los fieles al Patriarcado de Kiev que se ha reencontrado con la Iglesia autocéfala, ‘bendita’ por el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé. Acto que creó un verdadero ‘cisma’ con Moscú. Por eso la cautela de Roma está justificada: Francisco ha perseguido un acercamiento al poderoso patriarcado de Moscú (intentado de diversas formas por Juan Pablo II y siempre rechazado por Alexis), y sueña con un viaje a Moscú, que hasta la fecha es al menos improbable. ¿Debe, por tanto, excluirse la mediación directa? El obispo católico de Moscú, Mons. Paolo Pezzi, entrevistado por Repubblica, no lo considera una hipótesis abstracta.



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