El interés del capital privado en la auditoría genera señales de alerta


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Esto es una señal de alerta para las firmas de auditoría: los barones de las adquisiciones están llegando. La inversión de capital privado en firmas de contabilidad está aumentando en ambos lados del Atlántico. Aproximadamente una octava parte de los encuestados encuestado El año pasado, el Instituto de Contadores Públicos Autorizados de Inglaterra y Gales ya había conseguido inversiones de capital privado; se espera que otra octava parte lo haga en los próximos tres años. En Estados Unidos, un tercio de las 30 principales firmas de contabilidad podrían ser absorbidas pronto por el capital privado.

Los atractivos ya están bien ensayados. Las firmas de auditoría podrían utilizar el dinero y la experiencia para implementarlos en áreas como la inteligencia artificial. Los fondos también se pueden utilizar para incentivar a los socios no accionistas y a la mano de obra en puestos más bajos en la jerarquía. Eso puede ayudar a algunas firmas a competir (por personal y clientes) con firmas más grandes. Para el capital privado, los fuertes ingresos recurrentes del sector resultan atractivos.

No todo el mundo está contento. Los reguladores están preocupados por la erosión de la independencia y la calidad de las auditorías. La Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos emitió un comunicado. nota de precaución Hace un par de años. En el Reino Unido, el Consejo de Información Financiera está supervisando la actividad.

La verdad es que las auditorías de mala calidad no son una cuestión de propiedad. La semana pasada, la FRC criticó a BDO y Forvis Mazars, dos firmas que se ubican justo por debajo de las Cuatro Grandes, por deficiencias en sus auditorías por cuarto año consecutivo.

Pero existen preocupaciones. Las empresas más pequeñas que más necesitan inyecciones de efectivo pueden estar ya luchando con la calidad y estar más ansiosas por alcanzar la facturación. La propiedad de capital privado plantea algunos de los mismos problemas que la separación de las capacidades de auditoría y consultoría de gestión debe eliminar, al menos en teoría. Agrega otros conflictos de interés que gestionar, con las empresas en las que invierte y los inversores finales.

Tampoco el enfoque empresarial se alinea naturalmente. La necesidad de maximizar los retornos podría entrar en conflicto con la independencia del auditor al presionar para asumir facturas más riesgosas.

La auditoría es, o debería ser, una industria en la que la cultura y las responsabilidades éticas se establecen desde arriba y se transmiten a toda la organización. Esto es más difícil de inculcar cuando los que están en la cima ya no están en la oficina.

Una estructuración innovadora puede permitir que los socios existentes mantengan las riendas en lo que respecta a la gestión diaria del negocio (y, fundamentalmente, que se los vea hacerlo), mientras que el personal más joven aún tiene el atractivo de unirse a sus filas.

El año pasado, por ejemplo, la británica Moore Kingston Smith mantuvo su condición de sociedad de responsabilidad limitada tras recibir una inversión de la firma de capital privado europea Waterland. Para que esta tendencia dé frutos, será necesario encontrar formas de preservar las mejores partes del modelo de negocio y, al mismo tiempo, generar efectivo.

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