El Inter de Inzaghi no brilla como el City. Pero tiene el sol dentro.

Entre los grandes méritos de los nerazzurri está la demostrada capacidad de brillar con luz propia sin haber recurrido nunca a los excesos y recursos infinitos de sus más famosos rivales europeos.

La cara sombreada de la Luna viaja como la cara que vemos, gira junta pero tiene el sol en su interior. Si el City capta la atención como el lienzo del mayor artista del fútbol en circulación, Pep Guardiola, e irradia y casi ciega con el pelo vidriado de su farola más alta y luminosa, ese delantero centro más allá que es Haaland, y recoge las miradas porque extendiéndose en busca del infinito, un equipo fenomenal en el sentido pleno del término, en el lado oscuro hay un equipo igualmente completo y exitoso, creado para lo que puede ser, pero ahora dueño de sí mismo y muchas veces del campo y El otro finalista de la última Liga de Campeones es el Inter. Quizás el mundo mire hacia otra parte, pero el Inter está ahí.



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