Gracias a un director deportivo holandés, todas las medallas de oro olímpicas en patinaje ya no van a parar a los Países Bajos. Jan Dijkema, de Schipborg, fue durante años director ejecutivo de la asociación internacional de patinaje ISU. Cómo llegó a ese lugar se puede leer en el libro sobre su vida.
‘De Schipborg a Lausana’ es el título del libro que Dijkema escribió junto con Carl Mureau. La sede de la ISU se encuentra en Lausana, Suiza. Dijkema creció en Schipborg. Allí también dio sus primeros pasos sobre el hielo.
“Teníamos una zanja detrás de la granja. Allí aprendí a patinar detrás de una silla. Te lo enseñaron desde pequeño”, reflexiona en el programa Cassata de Radio Drenthe. Este hombre de 80 años creció con inviernos en los que siempre podía patinar sobre hielo natural. “Había muchos pantanos cerca de Schipborg, donde patinábamos mucho y también jugábamos al hockey sobre hielo”.
Dijkema dejó Drenthe y acabó en Tubbergen, en Twente, donde hizo carrera como político del PvdA. Fue diputado en Overijssel durante dieciséis años. Pero el patinaje también siguió fascinándole. Pero le encantaba ver partidos. “Porque ese deporte que es el patinaje te cautiva. Yo también patiné mucho, primero en pista corta y luego hice muchas vueltas”.
Además de su trabajo en el gobierno provincial, Dijkema aceptó un trabajo adicional en los años 90 como director de la asociación holandesa de patinaje KNSB. “El puesto de diputado no era un trabajo de 9 a 5. Y el trabajo en la KNSB era un trabajo de tiempo completo. Salía temprano en la mañana de Twente a Zwolle, o a La Haya o Bruselas. Y luego volvía A altas horas de la noche y no sabías cómo había estado el tiempo”.
En su libro, Dijkema explica cómo pudo perseverar, porque el libro es más que una historia sobre un director. El primer capítulo está dedicado a su esposa Roelie. Dijkema habla de baile, amor por Noruega y enfermedad. La novia de la infancia con la que se casó le proporcionó una situación hogareña estable. “Ella era mi roca y mi roca”. Falleció en 2017.
Durante su presidencia en la KNSB, Dijkema hizo contactos útiles. El hijo del granjero de Schipborg se convirtió en 2016 en presidente de la Unión Internacional de Patinaje en Lausana. “Convertirse en director de una asociación internacional es un deporte completamente diferente. Tienes que conocer a tu gente y tener tu red”.
Bajo su liderazgo se siguieron introduciendo cambios notables, como el nuevo componente de salida masiva en el patinaje de velocidad en pista larga. Su política también tenía como objetivo hacer que el deporte fuera menos monótono. En otras palabras, ya no es sólo Holanda la que se lleva todo el oro en los grandes torneos.
“Me gusta escuchar a Wilhelmus, pero no a todas las distancias”, dice Dijkema. Ese fue precisamente el caso en los Juegos Olímpicos de Sochi 2014. Para que en el futuro también se puedan escuchar otros himnos nacionales a lo largo de la pista de patinaje, se crearon “centros de excelencia”.
“Centros en todo el mundo. En Salt Lake City, Beijing y Heerenveen”, explica Dijkema. “Diez lugares donde los patinadores pueden desarrollarse aún más con apoyo profesional.” Según Dijkema, el resultado de esa iniciativa se refleja en el reciente medallero en patinaje.
En 2022, Dijkema se retiró como bobo patinador. Siguiendo el consejo de quienes lo rodeaban, tomó la pluma. Y aunque no necesariamente le gusta hablar de sí mismo y de sus sentimientos, está contento con su propio libro. “Esta es mi historia”.