Desde Hildburg-Bruns
Con todo respeto: desde atrás parece un congelador abierto. ¡Pero es la transición energética realizada en Moabit! Al principio, el canciller Scholz, el ministro Habeck y el gobernador Wegner se sientan en primera fila.
Huttenstrasse, antigua sala de turbinas: aquí Siemens Energy construye el corazón de la producción de hidrógeno orientada al futuro. Detrás de paredes transparentes, los robots recubren y prensan las membranas: la llamada pila está lista.
En la nueva línea de producción se invirtieron 30 millones de euros y la nueva planta de producción cuenta con 60 empleados.
Durante el primer año de producción, 1.300 de estos armarios altos se trasladaron desde Berlín a Mühlheim. Allí se ensamblan 24 de ellos en un electrolizador: la máquina de hidrógeno.
Divide el agua destilada en sus componentes oxígeno e hidrógeno utilizando electricidad verde. Sin liberar el gas asesino del clima CO2.
Canciller Olaf Scholz (65 años, SPD): “Un buen día para Berlín, Alemania y Europa. El avance de nuestra industria hacia la neutralidad climática es lo que hace posible que una empresa industrial como Siemens Energy se expanda en medio de una ciudad de cuatro millones de habitantes. Porque esta industria es limpia”.
La producción en Moabit se va incrementando paso a paso. “Podríamos producir 20 gigavatios de capacidad de electrolizadores para 2030”, afirma Anne-Laure de Chammard, miembro de la junta directiva. “Eso es el doble del objetivo para Alemania y la mitad del de la UE”.
En Europa ya hay algunos proyectos en marcha: su socio Air Liquide quiere instalar 12 electrolizadores sólo en Normandía; ni siquiera un bosque del tamaño de Berlín podría ahorrar tanto CO2. Y el hidrógeno verde para el transporte marítimo se producirá en Dinamarca y Suecia.