En un comunicado, su familia dijo que la muerte fue inesperada el miércoles por la mañana. Después del trasplante de pulmón se estaba recuperando, pero Olaf “de repente se enfermó y la reanimación fue inútil”.
Olaf hizo retratos de la familia real, entre otras cosas, para el cuadragésimo cumpleaños de Máxima y el quincuagésimo cumpleaños de Willem-Alexander. Más tarde también le pidieron que hiciera retratos oficiales del estado.
Comenzó como fotógrafo documental, pero luego se centró en fotografías escenificadas. También realizó muchos trabajos por encargo para grandes empresas. En 2011 ganó el Premio Johannes Vermeer, uno de los premios de arte holandeses más prestigiosos. En 2019 se incluyeron quinientas obras de Olaf en la colección del Rijksmuseum.
Olaf era homosexual y estaba comprometido con la emancipación de la comunidad LGBTI a través de su trabajo. Por ello recibió un premio del COC. También tomó acciones contra el racismo y la homofobia. Por ejemplo, en 2012 organizó un ‘beso’ después de que su pareja fuera acosada en Ámsterdam Oeste porque se estaban besando en la calle.
Después de un ataque a un club gay en Orlando en 2016, que dejó decenas de muertos, hizo publicar en los periódicos obituarios: “En nombre de un dios, asesinados y degollados por su preferencia en el amor y la sexualidad”. Con ira y desconcierto.
‘Mentir’ en la fotografía
Durante los primeros años de su carrera, Olaf fue visto principalmente como un provocador, con fotografías y autorretratos con mucha desnudez, como mujeres gordas en cautiverio. Posteriormente continuó realizando series polémicas, como Sangre real en 2000. Las fotografías editadas mostraban a altezas reales ensangrentadas, como la princesa Diana, que tenía un logotipo de Mercedes sobresaliendo de su brazo. Esa fue una referencia a su fatal accidente automovilístico.
Posteriormente, su relación con las familias reales mejoró. En 2010, Olaf se rindió. Invitados de verano Todavía criticó la apariencia de Willem-Alexander, cuando dijo que tenía que perder peso y blanquearse los dientes. Olaf se disculpó por eso. Finalmente, esto llevó a que a Olaf se le permitiera fotografiar a la familia real varias veces.
Tenía poco interés por el realismo, a pesar de su formación en la Escuela de Periodismo: ‘A veces he dicho: si quiero ver el mundo corriente, abriré mi ventana. No tengo que ir a un museo para eso. Me gusta mentir. No en la vida real, sino en la fotografía”, dijo en 2018. de Volkskrant.
“Que al elegir el encuadre, la construcción de los decorados, la forma de iluminar algo, las instrucciones que le das a tu modelo, puedes dirigir las emociones del espectador, como en una película. Que puedes llorar lágrimas, aunque todo sea falso. Ésa es quizás la esencia de una fotografía de Erwin Olaf.’