El estímulo de China es cuantioso pero insuficiente


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El martes, en una conferencia de prensa conjunta convocada apresuradamente con la participación de varios funcionarios económicos chinos, se dio a conocer una serie de medidas de estímulo diseñadas para devolver la confianza a la desinflada economía china. La avalancha de recortes de las tasas de interés, financiación para el mercado de valores y apoyo al sector inmobiliario constituye el paquete económico más agresivo de la segunda economía más grande del mundo desde la pandemia de Covid.

La conmoción y el asombro que generó todo esto entusiasmaron a los inversores. El índice bursátil chino CSI 300 subió un 4,3% el martes, su mejor día desde julio de 2020. Las acciones mundiales también avanzaron. Pero lo que más importa para China y la economía mundial es si el paquete puede impulsar de manera sustancial y sostenible la demanda que el país necesita desesperadamente. En ese sentido, la última salva económica de Pekín no es suficiente.

En cuanto a las medidas monetarias, el Banco Popular de China anunció un recorte de 50 puntos básicos de los coeficientes de reservas obligatorias de los bancos y recortó los tipos de interés de los préstamos, las hipotecas y los depósitos. En conjunto, estas medidas deberían impulsar la liquidez en el sistema bancario y pueden apoyar la actividad crediticia. Sin embargo, como las empresas y los hogares siguen deseosos de desapalancarse, a medida que continúan las repercusiones de la corrección del mercado inmobiliario chino, un impulso significativo a la demanda de préstamos probablemente exigiría recortes más fuertes de los tipos de interés, en particular porque los tipos reales siguen siendo elevados a medida que la inflación ha caído.

A continuación, para revitalizar el mercado inmobiliario (donde los precios están cayendo y las ventas son moderadas), las autoridades redujeron el coeficiente de pago inicial para las segundas viviendas. El Banco Popular de China también dijo que ofrecería mejores condiciones en virtud de un mecanismo de préstamos a empresas estatales que compren inventarios no vendidos a los promotores inmobiliarios. Ambas medidas suponen mejoras incrementales de las políticas existentes que, hasta ahora, han tenido un éxito limitado a la hora de impulsar las ventas. Reducir el enorme stock de viviendas sin vender de China es crucial para reactivar la economía, pero los economistas consideran que justifica más subsidios o un esfuerzo para reestructurar las deudas del sector.

Por último, para reactivar el mercado de valores, las autoridades anunciaron un fondo de 500.000 millones de yuanes (71.000 millones de dólares) para ayudar a los corredores, las compañías de seguros y los fondos a comprar acciones. El Banco Popular de China también proporcionará financiación para ayudar a las empresas a realizar recompras de acciones. Si bien los mercados respondieron positivamente, las medidas sólo pueden ser un alivio temporal a un problema más fundamental: el rendimiento de las acciones chinas y la confianza de los inversores se han visto estructuralmente debilitados por la ofensiva de Xi Jinping contra las empresas tecnológicas y los creadores de riqueza.

El resultado es que el estímulo del martes sigue sin poder hacer frente a la realidad del desafío económico de China. La demanda interna se ve lastrada por altas tasas de ahorro precautorio y una baja confianza en el sector privado. El deseo de Pekín de un crecimiento impulsado por las exportaciones también se ve presionado por la intensificación de la guerra comercial con Estados Unidos. Las últimas medidas están mal dirigidas a estos problemas y pueden ser en gran medida un esfuerzo cosmético para alcanzar el objetivo de crecimiento económico anual del 5% de Pekín.

Lo que China necesita es un estímulo fiscal específico para aumentar la demanda y superar las presiones deflacionarias. Los hogares, en particular los más pobres, necesitan un impulso. Eso significa aumentar el apoyo a la seguridad social y a la atención sanitaria para aliviar las preocupaciones financieras que alientan el ahorro. También ayudarían los incentivos para comprar el inventario de viviendas sin vender y para la inversión empresarial. Luego, para dar rienda suelta a los espíritus animales de los inversores y empresarios chinos, es necesaria la estabilidad política y la desregulación. Todo esto requiere que Pekín supere su vacilación a la hora de gastar en grande y su deseo de controlar el sector privado.

El estímulo es, al menos, un paso en la dirección correcta. Es una señal de que las autoridades chinas están tomando conciencia de la urgente necesidad de revitalizar su economía. Pero para revertir la crisis de China se necesitarán más dinero, una respuesta política más focalizada y poner fin a la retórica que ha dañado la confianza de los inversores y los consumidores por igual.



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