El descuento del mercado de Londres tiene que ver con el rendimiento, no con la geografía


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Los políticos, los reguladores y los grandes de la City están todos centrados en revitalizar el mercado de valores del Reino Unido, que atraviesa una crisis. El problema es doble: las empresas están desapareciendo y no están llegando suficientes nuevas para compensar las pérdidas. El mercado se está contrayendo a un ritmo que desbancará al Reino Unido de su primer puesto en Europa, en medio de temores de un declive terminal. Este fenómeno es resultado de múltiples factores, pero la creencia de que las acciones del Reino Unido cotizan con un descuento en relación con sus pares internacionales es significativa y ahora está arraigada.

Existen buenas razones para ello. El FTSE 100 es importante en sectores de baja calificación, como los recursos naturales y los bancos, y carece de acciones tecnológicas de alta calificación. El creciente número de empresas que optan por abandonar el mercado de Londres para trasladarse al de Estados Unidos ha reforzado la idea de que existe un descuento omnipresente.

Pero este debate sigue en pie, ya que hay señales de una recuperación tentativa en el Reino Unido. La actividad de OPV está volviendo; el éxito de la salida a Bolsa de Raspberry Pi ha sido seguido por la cotización de un nuevo vehículo de inversión de los fundadores de la empresa de adquisiciones Melrose. Podrían seguir cotizaciones extranjeras en forma del grupo de moda rápida Shein e incluso del negocio de televisión francés Canal+. El mercado se está negociando cerca de máximos históricos establecidos en mayo y, en una base ponderada por el comercio, la libra esterlina está en su nivel más alto desde 2016.

Sin embargo, el descuento percibido en el mercado sigue siendo tan grande como siempre: el índice FTSE All-Share cotiza a sólo 11 veces las ganancias futuras, o cerca de un 40 por ciento de descuento respecto del resto de los mercados bursátiles del mundo desarrollado. Esto se debe, en gran medida, al auge de las acciones tecnológicas estadounidenses en medio de un frenesí por la inteligencia artificial.

Es difícil negar que se trata de un descuento rotundo, pero James Arnold, que dirige el equipo de análisis estratégico de UBS, cree que la pregunta más relevante es si el Reino Unido subvalora sistemáticamente las acciones, y dice que la respuesta es rotundamente no.

Arnold encuentra una fuerte correlación entre las valoraciones de las acciones, basadas en la relación precio/valor bruto de los activos, y la rentabilidad, medida por el retorno sobre la inversión en forma de flujo de caja. Con un R cuadrado del 80 por ciento para el índice Stoxx 600, esta relación explica la mayor parte de la diferencia en las valoraciones de las empresas. Y esto es así en los mercados de Estados Unidos, el Reino Unido y la UE. Esto sugiere que es simplemente una rentabilidad promedio más baja la que explica en gran medida por qué las empresas del Reino Unido están menos valoradas que sus pares estadounidenses.

Se trata, francamente, de un problema de gestión más que de mercado, aunque Arnold admite que esto se ve agravado por el excesivo enfoque del Reino Unido en los dividendos en lugar del crecimiento y la consiguiente aversión al riesgo. Abordar esos problemas de frente debería ser el próximo desafío de Londres.

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