Bajo ese paraguas estallará la guerra de reformas y referendos. Al menos los preparativos son los mismos: por un lado, el centro izquierda que reivindica el resultado de haber recogido 500.000 firmas en pocos días sobre la cuestión contra la autonomía diferenciada y la IED, y que en cambio se prepara para un verano militante en los principales Playas italianas, con folletos e iniciativas para explicar las reformas que “cambian la nación”. Hay que decir que esta campaña costera, que precede a la ronda de otoño de las regionales, se trata sobre todo de bloquear los golpes de la izquierda y lanzarse al contraataque. Y ciertamente tienen razón los miembros de la mayoría que no consideran que como resultado de ello se hayan recogido tantas firmas (la mayoría en línea).
De hecho, ni siquiera en la izquierda los tonos triunfalistas porque son conscientes de que es sólo un paso y que el objetivo de alcanzar el quórum es bastante ambicioso por no decir improbable. Sin embargo, ¿es ese realmente el objetivo de la oposición? Alcanzar el quórum sería un éxito, pero eso no es lo único que importa. En realidad, lo que Schlein, Conte y los demás aliados necesitan es tener éxito en una empresa igualmente compleja: la de movilizar a los votantes incluso si no se logra una mayoría de italianos más uno. Es decir, despertar una participación que es la principal ausencia de la vida política italiana, además de ser el freno a la redención del centro izquierda. Entonces, tal vez el quórum se escape, pero lo importante es poder crear un clima de interés en algunas batallas políticas. Está la autonomía diferenciada, la Ley de Empleo y, finalmente, la batalla por el cargo de primer ministro si la reforma realmente se lleva a cabo.
En esencia, con esta temporada de referéndum es como si quisiéramos recordar a un pueblo que ha quedado al margen también debido a las últimas elecciones de la izquierda, entre el gobierno de Draghi y luego la ausencia de una coalición capaz de desafiar a Meloni en la presidencia. últimas políticas. El resultado es esa tasa de abstencionismo que es tan alta incluso en la izquierda donde la movilización resistía.
Del otro lado, en la derecha, no faltan reacciones. La iniciativa presentada ayer por el director organizativo de la FdI Donzelli puede hacer sonreír – se lanza una campaña en las playas de Ostia o Gallipoli – pero demuestra cómo el partido del primer ministro no quiere dejar ni un ápice a la propaganda de sus oponentes. Y también, bajo el paraguas, contraataca con folletos y cuestionarios – “el crucigrama de los patriotas” – sobre las principales reformas: fiscalidad, primer ministro, autonomía, justicia. Todo lo que pueda sacar de la indiferencia a la mayoría de los italianos.