1/3 El auto de Esther dice “Por el ruido”.
Lo que debería haber sido un festivo quincuagésimo cumpleaños terminó con un regusto amargo. El coche de Esther Witte, de Oss, quedó destruido el domingo por la mañana. “Por el ruido”, está escrito en la pintura de su coche. A pesar de que había informado a todo el vecindario con anticipación sobre su fiesta. “Estoy harto de esto.”
“Estoy tan enojada. No lo entiendo”, comienza Esther su historia. El domingo por la mañana descubrió que su coche había sido pintado con pintura y un cuchillo. ¿La razón? Esther celebró el pasado viernes su cincuenta cumpleaños en el jardín.
“Por supuesto que los vecinos oyen eso, por eso les informé a todos”. Envió notas por correo en unas sesenta direcciones de la zona con mucha antelación. También contenía su número de teléfono, para que la gente pudiera llamarla si el ruido les molestaba. “Fue una fiesta muy bonita y el ruido no era tan fuerte. Lo escuché a varios vecinos. Después pienso: ojalá no lo hubiera hecho”, suspira Esther.
“Debería haber llamado a la policía si fuera necesario”.
El domingo por la mañana, la nueva Sarah se despertó con muchas llamadas perdidas de los residentes locales. No para felicitarla, sino para preguntarle si había visto su coche esa mañana. “Inmediatamente salí y me quedé muy sorprendido”. “Por el ruido” estaba escrito en letras grandes en los costados de sus autos. El techo, que es de tela, estaba lleno de grietas. “Creo que lo hicieron con un cuchillo grande, porque las grietas son muy grandes y profundas. Me abrieron todo el techo”.
Esther no puede creer que alguien del barrio haya hecho algo así. “Si tuvieras normas y valores normales, no harías esto, ¿verdad?”, se pregunta en voz alta. “Creo que es una locura que alguien pueda hacer algo así. Si pensabas que había tanto ruido, deberías haber llamado al timbre o haberme enviado un mensaje. O, si fuera necesario, deberías haber llamado a la policía”.
“Me siento amenazado”.
Entonces eso no sucedió. Esther sospecha que su fiesta del viernes no es la única razón por la que su coche resultó dañado. Un día después, el sábado por la noche, otros vecinos también organizaron una fiesta. “La música estaba un poco más alta. No me importa, una fiesta debería ser posible de vez en cuando. Tal vez la persona que destruyó mi auto pensó que tenía dos fiestas seguidas”.
A Esther ahora le queda una factura grande. No tenía seguro a todo riesgo para su coche y tiene que pagarlo todo ella misma. “La pintura aún se desprenderá, pero hay que cambiar el techo. Eso me costará unos tres mil euros”. Aunque ella ni siquiera cree que eso sea lo peor. “Ya no me siento seguro, lo resiento. Me siento amenazado. Ahora tengo miedo de que si hago algo que a alguien no le gusta, algo será destruido nuevamente”.
Ella presentó una denuncia ante la policía. El domingo, Esther visitó a los residentes locales para preguntar si tenían imágenes de la cámara de anoche que pudieran mostrar al perpetrador. “Preferiría que se castigara al perpetrador, pero no creo que llegue a descubrir quién hizo esto”.