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El autor es comisario europeo de servicios financieros, estabilidad financiera y unión de los mercados de capitales
Durante la pandemia de Covid, regresé a Bélgica desde Irlanda y descubrí que había olvidado mi billetera. Después del pánico habitual, me di cuenta de que no tendría problemas para comprar comestibles o hacer otros pagos. No tenía efectivo y no tenía mis tarjetas de crédito o débito, pero tenía la billetera digital en mi teléfono inteligente.
Las finanzas cotidianas se han vuelto digitales en solo unos pocos años. Ha sido una evolución gradual pero profunda, acelerada por la pandemia. ¿Olvidaste tu billetera, como hice yo? Utilice su teléfono inteligente o su reloj inteligente. ¿Dividir una cuenta? Escanee un código QR en el teléfono de un amigo para devolverle el dinero. ¿Compra en línea? Elija entre una gran variedad de opciones diferentes para pagar.
Pero mientras hacemos pagos usando nuestras billeteras digitales, lo que aún no tenemos es una forma digital de efectivo. Eso significa algo que se puede usar como el efectivo hoy en día: moneda de curso legal, que se puede aceptar en todas partes y que se puede intercambiar uno por uno con efectivo físico.
Hay varias formas de criptomonedas: criptomonedas descentralizadas, como bitcoin, o las llamadas monedas estables, como tether, con un valor generalmente vinculado al dólar estadounidense. Pero el año pasado demostró claramente que las criptomonedas son volátiles y, a diferencia del efectivo en euros o un euro digital, no están respaldadas por un banco central.
Los bancos centrales de todo el mundo, incluido el Banco Central Europeo, que está investigando un posible euro digital, están estudiando la posibilidad de emitir sus propias monedas digitales. Hacen preguntas sobre cómo hacer que funcionen, para qué se podrían usar, cómo proteger la privacidad de las personas y cómo asegurarse de que se mantengan la política monetaria y la estabilidad financiera.
Junto a esto, la Comisión Europea tomará dos decisiones clave esta semana. En primer lugar, una propuesta sobre la moneda de curso legal del efectivo. Protegemos el efectivo como forma de pago aceptada. Pero también queremos ofrecer a las personas una opción adicional. Entonces, en segundo lugar, propondremos una ley para permitir que el BCE emita un euro digital, si decide que valdría la pena y sería factible. El euro digital sería un complemento del efectivo, no un reemplazo.
Al igual que el euro físico, el euro digital podría utilizarse en cualquier lugar de la eurozona. Tendría una función similar al efectivo: brindar acceso a una forma de pago confiable y de fácil acceso, pero digitalmente. Así pues, en primer lugar, garantizaría que el euro siga desempeñando un papel clave en nuestras vidas.
En segundo lugar, un euro digital podría apoyar la inclusión financiera. Las personas sin cuentas bancarias u otros grupos vulnerables dependen en gran medida del efectivo, lo que puede ponerlos en riesgo ya que el efectivo se usa menos. El euro digital brindaría a todos una opción digital para pagar, e incluso podría usarse sin una cuenta bancaria.
En tercer lugar, una moneda única digital podría respaldar la innovación. Los sistemas de pago actuales de Europa son nacionales o internacionales: no tenemos opciones verdaderamente europeas y dependemos demasiado de compañías como Visa, Mastercard o PayPal.
Tener una nueva forma de pago en toda la eurozona definitivamente ayudaría a los consumidores. Pero también ayudaría a los proveedores de servicios financieros europeos, permitiéndoles ampliar las soluciones de pago en todo el mercado único. Y, dado que las opciones de pago existentes continuarían estando disponibles, no cambiaría el papel de los bancos comerciales.
Reconozco que algunos tienen preocupaciones sobre las monedas digitales del banco central, especialmente en lo que respecta a la privacidad. Pero el euro digital no es un proyecto de Gran Hermano. La protección de datos estaría integrada en el euro digital por diseño. Al pagar, le daría a su banco la misma información que al usar su tarjeta. Si lo usa fuera de línea, por ejemplo, para pagos de persona a persona, no brindará más información que cuando retira dinero en un cajero automático.
Por supuesto, aún quedan por resolver muchas cuestiones en torno a un posible euro digital. La siguiente etapa del proceso de elaboración de leyes serán las enmiendas por parte del parlamento europeo y los estados miembros de la UE. Espero que hagan más preguntas y se comprometan con los ciudadanos para abordar sus posibles preocupaciones.
Pero, fundamentalmente, debemos estar preparados para actuar para mantener el acceso al dinero público en un mundo digital. Si no hiciéramos esta propuesta, nos encontrarían deficientes.
Actuar ahora puede ayudar a modernizar los pagos, al tiempo que protege la privacidad de los consumidores y permite que aquellos que lo deseen continúen usando efectivo. Si otras partes del mundo introducen sus propias monedas digitales, como parece probable que lo hagan muchas, debemos mantener la importancia del euro a nivel internacional. Y al hacerlo, podemos ayudar a salvaguardar la estabilidad del sistema monetario y financiero para las generaciones futuras.