El acoso no es un problema infantil, sino un trauma social que perpetuamos al mirar hacia otro lado. ¿Por qué seguimos fingiendo que el acoso termina cuando sales de la escuela? ¿Por qué aceptamos la violencia estructural en los lugares de trabajo, donde los líderes adultos miran hacia otro lado en lugar de asumir responsabilidades?
El acoso nos afecta a todos: desde los niños que tienen dificultades en la escuela hasta los adultos atrapados en el lugar de trabajo. Este no es un problema individual, sino una falla estructural del liderazgo y de los sistemas sociales. Mientras sigamos descartando el acoso como “incidentes insignificantes”, no sólo perderemos la felicidad en la vida, sino también el talento y la productividad en las organizaciones.
Los números no mienten. Un estudio reciente de la CNV muestra que 2,6 millones de empleados en los Países Bajos sufren acoso en el trabajo. Esto ilustra cómo el comportamiento de intimidación se ignora sistemáticamente, incluso en entornos donde la seguridad social debería ser un requisito básico. Personalmente he visto lo destructivo que puede ser el acoso, no sólo para la víctima, sino también para las personas que lo observan en silencio. ¿Cuánta satisfacción laboral y salud mental aún queda por perder antes de que las empresas finalmente tomen en serio el acoso?
Débil
Sé lo paralizante que puede ser ese silencio. Afuera cifras de la CBS muestra que alrededor del 30 por ciento de las víctimas de acoso nunca comparten su historia. Durante años tuve miedo de hablar de mis propias experiencias por miedo a que me consideraran débil. Al fin y al cabo, el trabajo es un lugar en el que hay que irradiar competencia y fuerza. Pero el impacto del acoso no desaparece ignorándolo. Llevarás las consecuencias contigo en los años venideros.
No fue hasta que comencé a compartir mi historia que descubrí cuántas personas comparten el mismo dolor. El acoso laboral no es un problema aislado. No sólo afecta a las víctimas, sino también a las organizaciones en las que esto sucede.
Esto se aplica no sólo al acoso en el trabajo, sino también a las experiencias infantiles. A estudio de la Universidad de Warwick muestra que las personas que sufrieron acoso cuando eran niños todavía sufren las consecuencias psicológicas incluso a la edad de cincuenta años. El acoso deja cicatrices que a menudo son invisibles, pero que permanecen tangibles durante toda la vida. Esas cicatrices pueden manifestarse como depresión, ansiedad, estrés postraumático, trastornos del sueño o dolor crónico.
Este trauma a menudo permanece latente durante años hasta que se revela en la edad adulta. Por tanto, es fundamental que ya no minimicemos el acoso ni lo veamos como una fase. Sólo identificándolo abiertamente y convirtiéndolo en un tema de discusión podremos ayudar a las víctimas a sanar y evitar que se creen nuevas víctimas.
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El acoso en el lugar de trabajo a menudo se descarta como un incidente, algo entre empleados. Pero en realidad es un problema cultural que surge de la falta de liderazgo y de estructuras seguras. ¿El resultado? Las empresas pagan el precio: pérdida de talento, equipos desorganizados y mayores costos debido al desgaste y la rotación de empleados. Las organizaciones que miran hacia otro lado son cómplices del daño.
Para las víctimas, el acoso no sólo significa miedo e incertidumbre, sino también agotamiento, aislamiento social y oportunidades profesionales obstaculizadas. Para las empresas, esto conduce a una cultura laboral insegura y a una pérdida de colaboración y productividad. El daño afecta a todos.
Un lugar de trabajo seguro requiere más que una simple política sobre el papel: requiere coraje y responsabilidad
Y, sin embargo, a menudo quedan bellos documentos políticos sobre seguridad social que significan poco en la práctica. Mientras los líderes sigan mirando hacia otro lado y faltando atención, el acoso seguirá siendo un problema estructural que devasta a las víctimas y a las organizaciones.
Pero ¿qué pasa si mostramos un liderazgo real? ¿Qué pasa si no sólo prevenimos el acoso, sino que también apoyamos a las víctimas y construimos una cultura de respeto? Un lugar de trabajo seguro requiere algo más que una simple política sobre el papel: requiere valentía y responsabilidad.
Reconocimiento y reconocimiento
Para combatir eficazmente el acoso, debemos trabajar en soluciones estructurales. Esto requiere acción en múltiples niveles. Se trata de reconocimiento y reconocimiento. Las víctimas necesitan saber que sus experiencias se toman en serio. Al compartir historias y escuchar, hacemos del acoso un tema de discusión y rompemos el tabú.
También debemos ofrecer apoyo a las organizaciones. La atención accesible es esencial, no sólo para los niños, sino también para los adultos que todavía luchan con las consecuencias. El asesoramiento, la terapia y la formación pueden ayudar a las víctimas a restaurar su propia imagen, recuperar su confianza y desarrollar su resiliencia. Ninguna víctima debería sentirse sola.
Y por último, la prevención y los cuidados posteriores son necesarios. Los docentes de las escuelas deben estar mejor capacitados para reconocer el comportamiento de acoso y apoyar a las víctimas. Los empleadores deben asumir una mayor responsabilidad por la seguridad social, no sólo con documentos políticos, sino también monitoreando y combatiendo activamente el acoso. Además, existe una necesidad urgente de asistencia accesible y de fácil acceso para las víctimas. Sin estos cambios estructurales, el acoso continuará como una parte normal de nuestra cultura laboral y escolar.