El órgano de la Grote Kerk de Breda tiene una fuga. Cuando el organista Aart Bergwerff presiona varias teclas del inmenso instrumento, se puede escuchar claramente. La corriente de aire que se supone que debe soplar a través de una de las más de 3600 tuberías sisea en silencio. Para recuperar el órgano de la iglesia de 1534 en buen estado, se necesita una gran renovación, que cuesta alrededor de 1,2 millones de euros en total. Y ese dinero aún no está junto.
“Este órgano no solo está hecho de metal, sino también de madera y juntas de cuero. Pero ese cuero se ha secado y roto después de tantos años, por lo que este instrumento de viento gotea. El aire ya no llega por completo a los conductos correctos”, Bergwerff explica. “Pierde viento, entre las teclas”.
Cinco toneladas para ir
La renovación costará mucho dinero: 1,2 millones de euros. Y esa cantidad aún no se ha cobrado. Ni siquiera después de que la provincia anunciara el pasado Viernes Santo que aporta 300.000 euros. “Ahora tenemos más de siete toneladas. Así que todavía nos quedan cinco toneladas”, dice la directora Marieke Wiegel de Grote Kerk en Breda.
Ya no hay tantos servicios en Grote Kerk, pero el órgano sigue desempeñando un papel importante, según Wiegel. Se utiliza en todo tipo de actuaciones y conciertos que se celebran en la iglesia. “Todavía usamos a menudo el órgano para cruces. En esto reúnes diferentes disciplinas y formas de arte”. Los ejemplos son un concierto reclinado canto ostinato o muere el jugador de fútbol freestyle Nasser el Jackson mostró sus habilidades en la música de órgano.
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Wiegel espera que la restauración del monumento nacional pueda comenzar en 2024 y espera que el trabajo demore un año. Y luego el órgano también suena un ‘tono más bajo’. Bergwerff explica por qué esto es necesario: “El instrumento ahora suena demasiado alto para tocar bien con una orquesta con cuerdas e instrumentos de viento. Al hacer todos los tubos un poco más largos, el tono baja”.
Luego vuelve a “tocar el órgano” y saca “todas las paradas”. E incluso sin restauración, el órgano centenario en Grote Kerk en Breda todavía suena impresionante. Con una agradecida reverberación cuando ha sonado la última nota.