El ajetreo, los gemidos, la espera: la nueva serie Día y noche a veces me dejaba sin aliento


Arno Haijtema13 de abril de 202314:13

El pitido nervioso del equipamiento hospitalario al ritmo de los latidos del corazón. Las pantallas con la presión arterial que atraen la atención de todos los que alguna vez han visto en la sala de emergencias. Los uniformes inmaculados de los médicos con mensajes tranquilizadores de los que siempre desconfías. Regresé al hospital el miércoles por la noche, donde recientemente, oh no, hace más de treinta años, nació mi primer hijo. Y donde vi morir a seres queridos o vi una batalla inútil contra la muerte.

No, no un placer indiviso fue el primer episodio de Día y noche, la serie dramática de Avrotros en la que la obstetra clínica Ella (papel principal de Kim van Kooten, quien también escribió el guión) dirige el departamento de obstetricia de un gran hospital. El ritmo frenético, los gemidos de las mujeres en trabajo de parto, la larga espera, la sensación de impotencia y el entorpecimiento que dominan a los futuros padres: todo esto fue retratado y actuado de manera tan convincente que a veces me dejaba sin aliento. Guardo silencio sobre lo que no puedo decir: cómo una mujer en trabajo de parto experimenta tal cosa.

Los hospitales son el punto focal de la sociedad. La vida nueva, la enfermedad y la muerte son separadas por muros del sistema, se dictan sentencias de muerte, se elaboran planes de tratamiento, dolorosos o no. Lugares de tristeza, dolor, alivio y, a veces, felicidad. A menudo debe ser evitado, si no por los documentalistas y guionistas, para quienes es un coto de caza perfecto con grandes emociones y complicaciones de largo alcance.

Kim van Kooten como la obstetra Ella en ‘Día y noche’.estatua avrotros

En la fábrica de terror, la sala de partos es un refugio relativamente seguro. “Aquí vives un accidente de tránsito en reversa”, le dice Ella a un padre preocupado: también mucho dolor, mucha sangre y gritos. La diferencia: “Aquí sales con un humano extra, en lugar de perder uno”. Y así predominan en Día y noche los momentos de euforia y esperanza, imprescindibles para que el espectador no abandone.

Extrema carga de trabajo por escasez de personal, problemas familiares, adulterio entre el pediatra y Ella (un encuentro romántico entre las sábanas -amontonadas- en el cuarto de la ropa blanca), la miseria de la enfermera jefe Trui, quien, después de un agotador día de trabajo, es esperando con ansias la cita que pronto tendrá en el estacionamiento: ‘De alguna manera siempre decepciono’. Hábilmente, con humor y profundidad, Van Kooten ha sembrado las semillas de numerosos desarrollos psicológicos y relacionales, que demandarán atención en los próximos siete episodios. Todo colateral, sin embargo, en el incesante cuidado de las mujeres con sus contracciones, complicaciones (cordón umbilical pinzado, bebé demasiado pequeño por alcoholismo de la madre, agotamiento) y sus parejas, que hacen todo lo posible por decir algo inapropiado en los márgenes

“¿Descansas bien los fines de semana?”, sugiere la co-amante de Ella al final de su demasiado larga semana laboral. “Usted dio a luz a nueve niños hoy”.

Nueve. Después de treinta años todavía no me he recuperado de los dos únicos en la vida de mi padre.



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