S.¿Has estado alguna vez en Portonovo? Es un lugar mágico, casi encantado, pero por eso mismo es delicado, frágil.
En el corazón de un promontorio rocoso con vistas al mar, el Conerohay playas, con pequeños restaurantes de antigua tradición.
Solo se baja a pie, los atascos se crean fácilmente: poder encajar coches, compatibilizar la naturaleza y la voluminosa presencia humana, regular el tráfico de turistas, es una proeza.
Cristina Bartoli, la encargada de regular los estacionamientos, es una de las personas que conforman la empresa. La gente de sentido común va a Portonovo en bicicleta oa pie, en transporte público, con un coche pequeño; no en todoterreno.
No tengo nada en contra de los todoterrenos, pero empiezo a tener algo en contra, por ejemplo, de los que andan en todoterrenos en los centros históricos de nuestras ciudades, que están hechos a medida para carruajes y no para monstruos con tribunas para cazar rinocerontes.
Además, no siempre, pero a veces los conductores de todoterrenos, sintiéndose y siendo más grandes, se comportan de forma agresiva excepto con arrogancia hacia los automovilistas comunes.
Evidentemente el de Portonovo es un caso extremo, más único que raro: por qué el tipo de la camioneta, reprendido porque iba a toda velocidad en dirección contraria en el estacionamiento, agredió a la señora Bartoli e increíblemente la despojó de su camisa y sostén, ofendido, al punto de escupirla y patearla, aparentemente con el apoyo de su esposa.
No había cámaras, pero los carabinieri lo identificaron de todos modos. Sin embargo el culpable está increíblemente en libertad, por ahora. Lo cual es inconcebible: alguien que pone sus manos sobre una mujer y la desnuda en público contra su voluntad debe estar en la cárcel.
Más aún si la mujer está realizando un trabajo de interés público. Incluidos los muchos hombres que no intervinieron en su defensa.
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