La activista animal Ingrid Newkirk (73) ha incluido un deseo extraordinario en su testamento. Tras su muerte, quiere enviar partes de su cuerpo a algunos jefes de estado y figuras públicas para denunciar el sufrimiento animal en el mundo: el presidente francés recibe su hígado, el jefe de Twitter Musk un pedazo de corazón y el presidente estadounidense sus labios. Finalmente, un trozo de cuerpo también debe terminar en una “barbacoa humana”.
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