El 3 de octubre no es un día para corazones.

Por Gunnar Schupelius

El Día de la Unidad Alemana carece de brillo. Hay mucho que celebrar de lo que podemos estar orgullosos desde 1945 y 1990, afirma Gunnar Schupelius.

El Día de la Unidad Alemana este año nos regala un fin de semana largo. Por eso, más que el 3 de octubre se celebra el Día del Puente (2 de octubre): quienes pueden permitírselo se van de vacaciones.

El 3 de octubre es lo que otros países llaman un “festivo nacional”, pero ese término por sí solo nos resulta difícil de utilizar. Mientras los estadounidenses miran con orgullo a su país y su historia y ondean sus banderas nacionales el 4 de julio, los franceses el 14 de julio y los polacos el 11 de noviembre (por nombrar sólo algunos ejemplos), nosotros no lo hacemos.

Tenemos una pequeña fiesta ciudadana que se celebra alternativamente en los estados federados, este año Hamburgo es el anfitrión. Pero no surgen sentimientos, el 3 de octubre no es un día para corazones. Todos tendríamos motivos para celebrar: 33 años de democracia, derecho y libertad en Alemania, en Occidente incluso 78 (!) años.

A pesar de todos los problemas y restricciones, vivimos en la mejor Alemania que jamás haya existido, eso nadie lo puede negar. La primera dictadura fue superada en 1945 y la segunda en 1989. Esto es lo que representan los colores negro, rojo y dorado. Defienden la república, la autodeterminación y los derechos humanos, no el nacionalismo. Sin embargo, se considera sospechoso a quien iza la bandera nacional en su casa o en el huerto.

Cuando cayó el Muro de Berlín en 1989 y nuevamente durante el Mundial de 2006, logramos una relación relajada con el negro, el rojo y el oro. Pero luego se extendió de nuevo la actitud alienada y hostil hacia los símbolos nacionales, que, como dije, son símbolos de la democracia.

Se ha solucionado el pasado. Sabemos que entre 1933 y 1945 nuestro país fue responsable de los mayores crímenes de la historia europea. Al mismo tiempo, podemos estar orgullosos de la historia posterior y también de la época anterior, cuando Alemania era uno de los principales países culturales y científicos del mundo. Gran parte de los inventos en los que se basa hoy la civilización humana se realizaron en Alemania.

La confianza en uno mismo que surge de esta consideración es crucial para nuestra relación con los demás: si queremos integrar a los extranjeros, que es de lo que siempre hablamos, primero debe haber algo que somos. Sólo entonces podrás atraer a otros.

Necesitamos la identidad que proviene de nuestra historia y nuestra cultura. Si los negamos o los denigramos constantemente, entonces nos quedamos sin nada. Entonces nos convertimos en apóstoles morales, maestros del mundo.

Pero si celebramos nuestros logros con alegría, tal como los estadounidenses, franceses y polacos celebran los suyos, si estamos orgullosos de tantos años de democracia y Estado de derecho, entonces podremos enfrentarnos a otras culturas con confianza y de manera relajada, entonces Podemos ganarnos a otras personas para nuestra cultura.

El 3 de octubre es más que un día libre en el trabajo y merece algo más que una seria fiesta ciudadana en Hamburgo.

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