Efecto secundario: adicción

El dolor te atormenta, te vuelve loco, te desgasta. Un vistazo rápido al botiquín promete alivio, al menos por un momento. Uno, dos, tres ibuprofeno o diclofenaco, en el peor de los casos opioides como tilidina, oxicodona o parches de fentanilo. Este último es útil para el cáncer, los tumores y la terapia paliativa, pero ahora los médicos lo recetan cada vez más para el dolor de espalda, el dolor de cabeza o los tejidos blandos.

Nuestra protagonista Melanie habla de lo rápido que los opioides pueden provocar adicción cuando se toman con regularidad. Muchos pacientes que conocimos en nuestros viajes de investigación sienten lo mismo. Melanie, que nunca antes había estado expuesta a drogas y ni siquiera había tomado pastillas para el dolor de cabeza, se vio atrapada en el círculo vicioso de tener que tomar dosis cada vez más altas para combatir el dolor causado por un accidente. El dolor se alivió, pero con los opioides también desapareció su entusiasmo, su alegría de vivir y su mundo emocional. Al principio pensó que la culpa era de su enfermedad. Cuando se dio cuenta de que los opioides podían causar esos efectos secundarios, Melanie decidió romper con este ciclo. Una hazaña que no todo el mundo consigue. Especialmente no sin apoyo.



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