Estados Unidos transfirió por primera vez los activos incautados de un oligarca ruso golpeado por las sanciones para enviarlos a Ucrania para la reconstrucción del país devastado por la guerra.
La autorización llegó el miércoles del fiscal general Merrick Garland, quien dijo que se tomarían medidas adicionales de este tipo. “Si bien esto representa la primera transferencia de Estados Unidos de fondos rusos confiscados para la reconstrucción de Ucrania, no será la última”, dijo en un comunicado.
La medida se produce en medio de un creciente debate entre los aliados de Ucrania en Occidente y en todo el mundo sobre la medida en que los activos rusos incautados pueden usarse para financiar un esfuerzo de reconstrucción masivo que se espera que se ponga en marcha cuando el conflicto termine.
El paso dado por Garland se deriva de la acusación del año pasado de Konstantin Malofeyev, un inversionista ruso y fundador de un imperio mediático pro-Putin, quien fue acusado de violar las sanciones impuestas en respuesta a la anexión de Crimea por parte de Moscú en 2014.
El fiscal general dijo que se habían incautado millones de dólares “de una cuenta en una institución financiera de EE. UU. rastreable a las violaciones de las sanciones de Malofeyev”. En febrero, luego de una reunión con el fiscal general de Ucrania, Andriy Kostin, Garland autorizó el uso de los fondos “en Ucrania para remediar los daños de la injusta guerra de Rusia”.
El miércoles, dijo que el dinero fue transferido al departamento de estado de EE. UU. y que sería “dedicado a ese propósito”.
Desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, los funcionarios estadounidenses y occidentales han debatido hasta qué punto podrían utilizar los activos rusos incautados para ayudar a Ucrania. El año pasado, el presidente Joe Biden promulgó una ley que facilitó ese proceso en Washington.
No estaba claro exactamente cómo Ucrania utilizará los activos transferidos en este caso o cuándo estarán disponibles para Kiev. Pero representa un momento importante en la respuesta económica de Washington a la guerra, justo cuando los ministros de finanzas del G7 se preparaban para reunirse en Japón antes de la cumbre de líderes en Hiroshima a finales de este mes.