Si no se trabaja ahora en materia de viviendas para los jóvenes que quieren vivir en el campo o en su propio pueblo, pronto sólo vivirán en el campo las personas mayores y no podrán mantener la sociedad en marcha. Esto parece un poco exagerado, pero hasta ahí irán las cosas si no se toman medidas.
Ésta es la conclusión a la que llega el investigador Maarten Koreman, de la Asociación Nacional de Ciudades Pequeñas. Obtuvo su doctorado en la Universidad Tecnológica de Delft sobre desarrollo rural e innovación en relación con los jóvenes. Koreman defenderá su investigación este fin de semana durante el Parlamento Rural nacional bienal en Assen.
“Si siendo joven quieres seguir viviendo en tu propia región o pueblo, eso es bastante difícil. En cualquier caso, hay muy pocas viviendas (de alquiler) disponibles, las viviendas actuales ocupadas por sus propietarios suelen ser demasiado caras, hay poca Para empezar, o ninguna construcción. Y las asociaciones de vivienda han retirado demasiado de los pueblos.”
Según Koreman, en Drente no se trata sólo de dinero y casas caras. “Hay muchos pueblos donde el municipio o la provincia no permiten la construcción. Como en Wapse, donde los jóvenes quieren construir en las afueras del pueblo, pero el único lugar donde esto está permitido es el campo de fútbol en medio del el pueblo es precisamente el lugar donde se desarrollan no sólo el fútbol, sino también otras actividades del pueblo”. Es decir, aquellas cosas por las que los jóvenes quieren seguir viviendo en el pueblo: la sociedad de la que quieren formar parte.
Y luego hay un problema adicional: no hay suficientes empleos en las zonas rurales para los jóvenes con un alto nivel educativo. También hay que hacer algo al respecto. Porque los jóvenes que se van por estudios y por trabajo y no regresan es un fenómeno que se conoce desde hace años.
“Por ejemplo, hay suficientes puestos de trabajo para un contratista o una enfermera de MBO, pero intenta comprar una buena casa con ese salario”, dice Koreman. La cultura también juega un papel. Como se destina menos dinero a la cultura, por ejemplo, se pueden organizar menos festivales en las zonas rurales y esto también afecta a la imagen que la gente tiene de una zona concreta.
Koreman cree que los municipios, la provincia, las asociaciones de vivienda y los promotores deben ponerse manos a la obra rápidamente para que todo funcione sin problemas. Si no pasa nada, esboza un escenario oscuro en el que toda una generación joven desaparece de un pueblo con todo tipo de consecuencias desagradables. Cada vez desaparecen más instalaciones, la vida en los clubes cobra impulso y la población es cada vez más envejecida. En resumen, está en juego la calidad de vida de un pueblo así.
Koreman elogia a los jóvenes que empezaron a trabajar en Vledder y Sleen. Hacen un plan juntos, a veces compran el terreno juntos y construyen casas en armazones y las terminan ellos mismos para que sea financieramente viable. Esto se puede hacer, por ejemplo, a través de una Puesta en Marcha Privada Colectiva (CPO). “Deben continuar con esto, pero incluso así los municipios y la provincia deben ayudar y liberar espacio para la construcción”.