Lo llaman al expreso de la comunicación, al planeta de la palabra, al cartero de las estrellas. Mercurio en Piscis se siente libre de estereotipos. Habita el último signo del zodiaco con un vertiginoso panorama del infinito. Dicen que es un exiliado, pero le parece bien alejarse de los pensamientos enjaulados en la lógica de Mercurio en Virgo, dominado por el control, o de ese Mercurio estalactita en Capricornio que se enfada con sus secos razonamientos.
Mercurio, de la serie «Los siete planetas» (1510-1560), xilografía de Hans Burgkmair
Mercurio en Acuario también es rápido, hipermétrope pero tiene un destello de oportunismo en su mirada. ¿Y el trapecista de la palabra? Mercurio en Géminis vive para seducir, incluso las preguntas enderezan la espalda a su paso.
No, Mercurio en Piscis es otra historia. Barre el alma de las personas, escurridiza y loca, nada entre las estrellas creando olas de la más pura poesía.. Se señala como ambiguo porque se aleja de los clichés de la gente bienpensante, de las palabras afectadas de Mercurio en Libra que se preocupa por lo que la gente piensa y entrena la coma para inclinarse ante la sintaxis desde una edad temprana.
Es pensamiento salvaje, vive en el corazón de la emoción. Si pudiera decir lo que vio, entonces sí, habría problemas. Es el único que conoce nuestro malestar. El único capaz de escuchar y cuestionar nuestros miedos. Porque es el hijo del miedo. Y de un latido emocional que se ha hecho grande.
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