“Vamos, ¿en un hospital también se necesitan guardias de seguridad?”, así suelen sonar las reacciones cuando Christophey Joost hablar sobre su trabajo en su tiempo libre. Lo que sigue son historias de cómo con gran coraje, lenguaje tranquilizador y conocimiento de autodefensa, atacan a luchadores, secuestradores drogados y pacientes con una espada samurái. “Tememos que alguien tenga que morir antes de que la situación mejore”.
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