Los portugueses se encendieron dos veces e iluminaron San Siro ante el Slavia. Suyo fue el centro para Giroud en la primera parte, suyo fue el centro para el gol de Pulisic
Si falta la sonrisa, que es su marca registrada y toda una filosofía de vida, entonces el asunto va en serio. Rafa Leao observa cómo el balón entra en la portería checa por cuarta vez -la más importante- y permanece impasible. Una máscara más o menos imperturbable, incluso cuando todos sus compañeros se dejaron llevar en una fiesta de liberación. Porque faltaban cinco minutos para el minuto noventa y una cosa es presentarse en el caos del Eden Arena con dos goles de ventaja y otra hacerlo con uno. Quizás Rafa en ese momento rebobinó la cinta de un partido tonto, volvió sobre un partido donde nadie -no, ni siquiera él- brilló especialmente, y quizás en esos momentos se preguntó por qué. Por otro lado, las bases para hacerlo bien –es decir, para hacerlo mejor– estaban ahí. Éxito vital ante la Lazio en el campeonato, seis días de descanso, enfermería vacía. Entonces, ¿por qué este Milán es tan discontinuo e impredecible, para bien o para mal?
señal
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Leao, pero no sólo él, pregunta esto y la respuesta es decididamente complicada. Mientras tanto, si el Milan tendrá la oportunidad de conseguir una ventaja de dos goles dentro de una semana será sobre todo gracias a él. Se podría decir que es más un hombre de copa que de campeonato, aunque sean consideraciones con las que Pioli no está de acuerdo. Sin embargo, en definitiva, la Europa League rossoneri empezó con buen pie. Un gol ante el Rennes en la ida, uno en la vuelta y una profunda impresión en la primera vuelta ante el Slavia. En la primera parte, el centro suave y delicioso para el cabezazo ganador de Giroud: Rafa reparte innumerables balones por el medio en cada partido, pero esto fue buscado, deseado y bien ejecutado. Sólo para empujar. En la segunda parte -o mejor dicho, en los últimos suspiros de la segunda parte- comprendió perfectamente que sólo una inspiración individual podría haber mejorado el resultado. Y luego empezó su propio negocio, como sabe hacer. Sin exagerar, sin exagerar. Apuntó a Vlcek, saltó sobre él como un poste en una pista de esquí y lanzó un tiro hacia la portería que atacó Pulisic, que falló lo suficiente.
Palabra mágica
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Rafa abrió y cerró el partido a su manera, ayudando a sus compañeros, aunque tenga en la conciencia un gol fallado que podría haber dirigido mejor el resultado del partido. La segunda mitad apenas comenzaba y el Milan volaba al final de la primera parte con un certificado tres a uno, cuando los portugueses se escaparon de su lado y remataron desviados desde una posición bastante favorable. En el medio, libres, iban dos compañeros. Estas son esas situaciones en las que si decides disparar, debes estar seguro de que vas a hacer el hoyo. Se enmendó después y por otro lado la acción del cuarto gol contiene la palabra mágica que Pioli había pronunciado el día anterior: calidad. Aquella con la que petrificó a Vlcek y aquella con la que adelantó a Stanek en una salida desesperada. En definitiva, Pioli no debería enojarse si Leao es definido como hombre de copa este año: para los objetivos que se ha marcado el Milan, eso está perfectamente bien.
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