La final del torneo de Riad, número 61 en la infinita rivalidad entre estos dos campeones, será el último acto de un partido que sin duda ha pasado a la historia del tenis mundial
El último espectáculo trae inevitablemente consigo arrepentimiento por lo que ha sido y ya no será. Djokovic vs Nadal, el último apaga la luz. Nos habíamos engañado pensando que la eternidad escenificada no incluía un final, sino que estamos al caer el telón. La serie de televisión que les ocupa no tendrá ningún “cliffhanger”, ese truco televisivo -una revelación impactante, algo inesperado- que nos obliga a ver el siguiente episodio. Nadal anunció su retirada después de Davis -aquí estamos, dentro de un mes, en noviembre- y se podría decir que un poco de Djokovic se va con él. Por ellos deliramos, corregimos juicios, expresamos júbilo y concedimos circunstancias atenuantes. Siempre y en cualquier caso: en la alternancia de victorias y derrotas, gloria (mucha) y polvo (poco), preocupaciones y dicha, rankings escalados y abandonados, hemos disfrutado de toda la belleza sembrada. En la huella de la parábola humana y profesional que compartieron, leemos con filigrana el rito de la supervivencia, que se expresa en la competitividad más feroz -la suya era una Gran Rivalidad- pero también sabe ser cómplice.