“Nunca imaginamos que terminaría así”, dijo Endah Wahyuni, quien perdió a dos hermanos, Ahmad Cahyo (15) y Muhammad Farel (14) en el desastre. “Les encantaba mucho el fútbol, pero nunca antes habían estado en un estadio, esta era su primera vez”.
Los hermanos se encontraban entre los 17 niños muertos que fueron pisoteados o pisoteados cuando estallaron disturbios en el estadio, la policía se vio obligada a usar gases lacrimógenos y los fanáticos entraron en pánico e intentaron salir del estadio. Siete niños todavía están siendo tratados en un hospital. Por lo tanto, el número de muertos podría aumentar aún más.
El diario indonesio Koran Tempo publicó el lunes una portada en negro, con letras rojas: “Nuestra tragedia futbolística” y una lista de los nombres de los muertos. El incidente fue un “día negro para todos los involucrados”, según la asociación mundial de fútbol FIFA, que solicitó un informe de investigación a la organización de fútbol de Indonesia. Oficiales de policía y deportivos han viajado a la ciudad de Malang para llevar a cabo la investigación.
“Todos los involucrados deben rendir cuentas por este desastre, independientemente de su estatus o cargo”, dijo Phil Robertson, subdirector para Asia de Human Rights Watch, con sede en Nueva York. “No puede ser el caso que la policía nacional y la Asociación de Fútbol de Indonesia realicen sus propias investigaciones, porque entonces existe la posibilidad de que las cosas se escondan debajo de la alfombra”.