Veinticuatro horas de incendio para el Servicio Nacional de Salud y para los ciudadanos el martes 5 de diciembre. Y esto es sólo el comienzo: sin respuestas concretas del Gobierno, los médicos y enfermeras que a partir de medianoche se cruzarán de brazos esperando saltarse 1,5 millones de servicios sanitarios, incluidas 30.000 cirugías, 180.000 visitas, 50.000 radiografías y todo el laboratorio. prometen seguir luchando mientras sean escuchados. En el punto de mira, las últimas novedades en materia de ley presupuestaria, pero en general la “falta de atención” frente al malestar de quienes hace sólo unos meses eran los “héroes del Covid”.
Pierino di Silverio, secretario nacional del sindicato Anaao-Assomed, explica los motivos y las prioridades, quien junto con Cimo-Fesmed (siempre médicos hospitalarios) y – para el sector – Nursing-Up convocaron la huelga y organizaron el mapa de las manifestaciones. con los dirigentes que participarán en la sentada de Roma a las 11.30 en la Piazza Santi Apostoli. De fondo, la denuncia de un progresivo desmantelamiento de la sanidad pública. Sobre la mesa, al menos cinco ‘buenas razones’ para la protesta. Los tres sindicatos unidos las alinean: contratación de personal, desgravación fiscal sobre parte del salario, recursos adecuados para la renovación del contrato de trabajo, despenalización del acto médico, cancelación de los recortes de pensiones.
Di Silverio, ¿cuáles son tus principales prioridades?
El nuestro es un paquete complejo y completo: increíblemente, hasta la fecha los gobiernos no han aceptado ni una sola de nuestras solicitudes. Al contrario: procedieron como pensaron que era más útil para el sistema pero ese mismo sistema hoy “vomita” lo que pusieron en marcha para salvarlo, porque no lo escucharon. Dicho esto, hoy las prioridades a corto y medio plazo son la desgravación fiscal sobre los salarios y la retirada de la norma introducida en el presupuesto con el artículo 33 que penaliza sobre todo las pensiones de los médicos. La maxienmienda anunciada hace semanas por el Gobierno sigue sin existir mientras los debates continúan de forma desordenada y, sobre todo, no se escucha a los interlocutores sociales. Y esto es muy grave: no porque aspiremos a un papel protagonista sino porque de este modo el Gobierno corre el riesgo de cometer un error. Como pasó con las listas de espera.
¿Que quieres decir?
El plan es siempre gastar casi mil millones para no solucionar realmente el problema. O mejor dicho: solucionar el problema de los centros privados acreditados que agotan prematuramente los límites de los servicios. Se les asignan recursos, lo que les permite seguir ganando pero sin prestar un servicio a los ciudadanos en el sector público. En la ley de presupuesto, se optó políticamente por invertir en horas extraordinarias y en particulares acreditados, en lugar de en trabajos ordinarios y profesionales. Este contexto ciertamente no hace que nuestra profesión sea más atractiva, como el Gobierno ha declarado que pretende hacerlo. En resumen: el trabajo ordinario no está incentivado, no ha habido desgravación fiscal sobre una parte de nuestro salario y las subidas contractuales son residuales, mientras que se mantiene el tope de gasto en contratación.
Además, la maniobra se produce en un contexto muy ajustado de recursos. ¿Cómo hubiera sido más apropiado distribuirlos?
Habíamos propuesto tener en cuenta, por un lado, las necesidades del particular acreditado, que objetivamente tiene el problema de alcanzar por adelantado los límites de gasto en servicios, pero asignándole 300 millones en lugar de los 600 millones previstos en el presupuesto. Los 300 millones restantes se destinarían a retribuir nuestro trabajo ordinario, sin recompensar exclusivamente las horas extraordinarias como se espera.