Desde Bruselas el llamamiento a no recurrir a nuevos desvíos presupuestarios

La extensión de la suspensión de las reglas presupuestarias europeas a todo 2023 va acompañada, en el ritual de las “recomendaciones por país” de la Comisión Europea, de una “adenda” que no debe subestimarse. Eso sí, en la difícil salida de la pandemia y ahora con los efectos ya evidentes sobre la economía europea de la guerra de Ucrania, no parece el momento de volver a empuñar el arma del rigor, y sin embargo la vigilancia (dirigida fundamentalmente a países con deuda alta como la nuestra) seguirá siendo alta.

Tanto es así que no se descarta que en otoño, cuando se evalúe la “situación presupuestaria de los países miembros”, también podríamos llegar a la apertura de un procedimiento de déficit excesivo en 2023, “sobre la base de datos de 2022, y teniendo particularmente en cuenta el cuento con el cumplimiento de las recomendaciones país”. Claro y evidente es el punto de compromiso alcanzado con los países “rigoristas” del norte de Europa que han digerido mal la ampliación de las reglas del Pacto de Estabilidad.

Presta atención a la tendencia del gasto.

Para las cuentas públicas italianas, las nuevas recomendaciones de Bruselas son un claro recordatorio de no recurrir a nuevas variaciones presupuestarias, y de mantener bajo control la tendencia del gasto corriente, también en previsión de la próxima subida de tipos inminente que decidirá el BCE. para hacer frente al aumento de la inflación. Así lo ha dejado claro también el comisario de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni, quien parece muy consciente de los riesgos que correría nuestro país en caso de que reformas fundamentales (competencia, fiscalidad entre ellas) no pudieran ser aprobadas, debido a las tensiones, además evidente desde hace meses en los distintos partidos que conforman la mayoría de cara a las próximas elecciones.

Sin fondos europeos, Italia corre el riesgo de una nueva recesión

El riesgo es que sin los fondos (y las reformas) del PNRR, Italia se encamine a una nueva recesión fuerte. En ese momento sería muy difícil respetar los compromisos adquiridos en el frente de la reducción de la deuda. Como se indica en las recomendaciones de Bruselas, Italia está lidiando con desequilibrios macroeconómicos evidentes, originados por una deuda elevada. Si las reglas fiscales no se hubieran suspendido en 2020 como consecuencia de la pandemia, incluso con todos los márgenes de flexibilidad posibles, el riesgo de acabar en un procedimiento de infracción por déficit excesivo habría sido (y es) muy real.

Pnrr y crecimiento para reducir deuda

El crecimiento sigue siendo la vía principal para reducir la deuda, pero por eso (Bruselas lo vuelve a subrayar con fuerza) eliminó o al menos redujo drásticamente los “cuellos de botella” que han bloqueado el crecimiento de nuestra economía durante años: la resistencia a lanzar por fin reglas incisivas respecto a la apertura a la competencia de sectores protegidos del viento de apertura al mercado (el caso de las concesiones de baños es paradigmático desde este punto de vista), o incluso a aprobar (después de décadas) una verdadera reforma del catastro demuestran que aún más allá del prestigio y autoridad del primer ministro Mario Draghi, el problema consiste precisamente en una clase política que ahora mira mayoritariamente a la retroalimentación coyuntural (en términos de consenso) de sus decisiones. Además de la tradicional resistencia de los aparatos burocráticos y administrativos.



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