“Fui testigo del fútbol de Tim Walter en Stuttgart, así que estaba claro para mí que podíamos cometer errores. Por eso dijimos que no lo haríamos a la ligera, sino que lo presionaríamos”, explica Marc Oliver Kempf. Por otro lado, también entra en juego la clase lúdica de Jovetic, Boateng e Ishak Belfodil. El trío ofensivo siempre se las arregla para aguantar bien los balones, armar triángulos y así abrir espacios en el último tercio.
Eso tampoco es de ninguna manera la gran ciencia de este deporte, pero sigue siendo algo que Hertha ve con muy poca frecuencia. La mejor división del espacio y un juego de combinación limpio le dan a la ciudad capital un número de oportunidades por encima del promedio: después de 35 minutos hay más que en todo el partido de ida.
Tiro libre de Plattenhardt para la eternidad
Así que parece en la segunda vuelta como si el Hertha ya hubiera disparado un poco su pólvora. La carrera constante, la fisicalidad en el duelo y el cambio disciplinado pasan factura. Si el HSV no tuvo ocasiones dignas de mención en la primera mitad, se desarrolló un intercambio de golpes mucho más abierto después de la pausa para el té.
Mientras tanto, Hertha parece estar cediendo las riendas de la acción. En estos minutos, los hinchas del Hertha vuelven a maldecir la esperanza que se les brindó inesperadamente, la asocian con innumerables experiencias que solo terminaron en dolor.
Pero una vez más es el pie de oro de Marvin Plattenhardt el que logra grandes cosas. En el minuto 63, el lateral izquierdo ejecuta un tiro libre. Media derecha, una buena posición. Una posición que suele terminar en un centro, pero como futbolero siempre hay esperanza de que el tirador lo intente directamente. “Él no lo haría”.
Lo haría – y cómo. Plattenhardt le da al balón una trayectoria matemáticamente hermosa que lo deja caer sobre el portero Daniel Heuer Fernandes hacia la portería. 2:0: un gol soñado de la nada. Como resultado, comienza la rudimentaria lucha por la supervivencia. Minutos que parecen horas, innumerables cruces y derribos, oleada tras oleada de ataques. Pero el Hertha aguantó, no le dio un ápice de más al HSV y trajo el resultado con el tiempo. Misión cumplida.