Derroche, mala suerte, nerviosismo y gran cansancio: Inter, eso no está bien

El 0-0 ante el Génova preocupa más a Inzaghi que la derrota ante el Sassuolo porque esta vez le faltaba el partido además del gol. Barella y Calha están abajo. Tras el gol de Dzeko en Nápoles, 53 remates sin marcar

La involución del Inter ya es oficial. El feo 0-0 de Marassi no lleva ni la excusa del cansancio de la Champions, los milagros de Consiglio y los errores bajo la portería de los de Gialappa. Esta vez, un Génova tan orgulloso como aplomado fue suficiente para detener a los campeones italianos. Y más que por la falta de contacto en la punta de Milán, Inzaghi debe preocuparse porque además del viejo enfado (falta la contraprueba, pero con el mazo de Conte probablemente el parpadeo de tres puntos habría llegado de alguna forma) la limpieza. y la ligereza de un juego que convenció a todos hasta mediados de enero.

Números y fallas

Y esta vez poco tiene que culpar Lautaro, que permaneció en el banquillo durante el 73′. Solo el tiempo dirá si se trata de un doblez psicofísico o de las contramedidas adoptadas por los contrarios a fuerza de jugar de la misma manera: Brozovic asfixiado, tiros en salto para limitar las antiaéreas, dobles en los flancos para frenar a Dumfries y Perisic. Sin embargo, mientras tanto, las cifras dicen que el Inter no marca en tres partidos (incluida la Champions League), en Liga no gana desde hace cuatro (no pasaba desde febrero de 2018, cuando Spalletti llegó a los 8), tiene Marcó la miseria de 6 goles en los siete partidos de la vuelta -tras una media de 2,6 goles en la ida-, está nervioso, arriesga algo atrás (Handanovic agradece a Gudmundsson) y paga el evidente descenso de hombres clave como Barella -irreconocible , con oponentes derrapando como suele hacer, y Calhanoglu. Sorpresa relativa, dado que casi siempre han jugado los mismos jugadores durante meses. Ciertamente con el mogie mezzali toda la maniobra se resiente.

Iella y chispa

Sobre estas bases poco reconfortantes, también hay una pizca de maldición, en forma de travesaño interno de D’Ambrosio; de 14 ángulos (a cero) sin encontrar nunca ese pato que tantas veces había resuelto en el pasado; de esas 53 conclusiones sin inflar la red tras el destello de Dzeko en el Nápoles. Inzaghi después de la carrera dejó claro que no se vislumbran trastornos ni cambios de forma en el horizonte. Necesitamos trabajar aún más, pero también cargar una tropa que, a fuerza de decir «vamos a ganar el próximo», corre el riesgo de generar algunas dudas. En definitiva, es urgente reavivar la chispa con una victoria contundente. El martes es el partido contra el Milan que abrió la crisis nerazzurri el 5 de febrero. La oportunidad ideal para cerrar un círculo. Y vuelve a abrir la puerta del oponente.



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