Un mar SECO ha dejado a los barcos pesqueros oxidándose en un cementerio desértico a kilómetros de distancia de cualquier agua.
La árida llanura de Asia Central, que antaño pertenecía a la Unión Soviética, es hoy un páramo, pero en su día fue el tercer lago más grande de la Tierra.
El mar de Aral fue una vez un lugar importante rodeado de pueblos de pescadores e incluso hogar de una flotilla naval rusa.
Un gigante de 68 millones de metros cuadrados, del tamaño de Irlanda, el lago era un refugio para peces y vida silvestre y era conocido por sus aguas turquesas.
La Unión Soviética incluso tenía un laboratorio secreto de guerra biológica en la isla de Vozrozhdeniye, donde experimentaban con ántrax, peste y viruela.
Pero en la década de 1960 los rusos desviaron los ríos que alimentaban el mar para regar las plantaciones de algodón y generar energía hidroeléctrica.
A medida que el volumen de agua disminuyó, la concentración de sal aumentó, envenenando todo en el mar.
El mar se secó cada vez más rápido a medida que se extraía cada vez más agua para riego.
El mar se transformó entonces en un desierto, dejando arena, depósitos de sal y barcos pesqueros abandonados.
En la década de 1980, el lago se dividió en dos lagos diferentes debido a la gran reducción de su tamaño y a la creciente desertificación.
El desierto, ahora llamado Aralkum, ocupa hoy el 90 por ciento de lo que hace medio siglo era el mar de Aral.
Los rusos continuaron con las pruebas de guerra química hasta la década de 1990, cuando enterraron su arsenal tóxico y cubrieron el área con lejía.
Los productos químicos que quedaron en el fondo del océano provocaron una crisis sanitaria y millones de personas resultaron envenenadas por pesticidas tóxicos.
Un equipo antiterrorista estadounidense visitó el lugar en 2001 para limpiarlo, pero aún hoy sigue contaminado.
Actualmente la población local sufre tasas de cáncer más altas de lo normal y pobreza causada por la falta de pesca para sustentarlos.
La parte norte del mar en Kazajstán ha recuperado mucha mejor salud después de que el país construyera una presa para separarla del enfermo sur.
Pero muchos son escépticos respecto de que esto importe y que la parte norte también acabe secándose.
En 2018, se celebró un festival de música electrónica en Uzbekistán para llamar la atención sobre el desastre ambiental.
El objetivo del festival Stihia (Fuerza de la Naturaleza) era: “crear conciencia mundial sobre la desecación del Mar de Aral y fomentar su revitalización y un enfoque más responsable y racional del uso del agua en la región”.
Artistas de Rusia, Georgia y Uzbekistán actuarán cerca del antaño bullicioso pueblo de Moynaq.
“Sonidos hipnóticos y armónicos se dirigirán hacia el mar perdido, con los DJ haciéndose eco de los hacedores de lluvia que una vez fueron parte de las tribus nómadas de la región”, dijeron los organizadores.