Con Trencin empezó marcando muchos goles a pesar de su altura y escondiéndose en el coche, luego Stanko volvió a jugar con los grandes. Hasta convertirse en un maestro al frente de la defensa
Mirándolo fuera del campo todos tienen la misma opinión: “Es pequeño, delgado, un poco débil físicamente”. Ese chico delgado y bajito parece que sólo puede jugar en ataque, su velocidad le ayuda en los duelos con los defensores. Durante los torneos bajo techo con la Akademia Sparta Trencin juega como segundo delantero, pero tan pronto como toca el balón se transforma. Se hace gigante, marca y da asistencias. Nunca dispara con potencia, supera a sus oponentes como bolos y llega directo a la portería. Para todos es Stanko, diminutivo de Stanislav: su apellido es Lobotka. Antes de convertirse en un fenómeno en su rol, el centrocampista del Napoli fue un pequeño delantero. En el grupo del 94, hasta los 15 años, era quien arrastraba al equipo a cada partido. Sin embargo, cuando su entrenador Jan Blahac lo trajo al AS Trencin, nadie quería darle una oportunidad: “Ya tenemos demasiados atacantes”, le dijeron. El entrenador no se rindió y pidió una entrevista con Stefanenko, director del equipo juvenil del club: “Dejémosle jugar con los mayores”, fue la elección del entrenador. Y si hay demasiada competencia en la delantera, Stanko puede empezar a quedarse más atrás: primero como centrocampista ofensivo, luego como centrocampista, incluso delante de la defensa. Así cambió la carrera del director eslovaco. Gracias a la intuición de un técnico que no se rindió ante las primeras dificultades.