En las últimas semanas, el número de inmigrantes que llegan a Italia desde Túnez ha disminuido y, siguiendo la invitación del presidente Kais Saied, la visita de Giorgia Meloni a Túnez se organizó en 48 horas: son dos señales que generan optimismo en el frente italiano en vísperas de la misión del primer ministro, una visita rápida por la mañana que tiene un doble objetivo. Por un lado, liberar la ayuda europea (500 millones de euros) y al menos una parte de los casi 2.000 millones de dólares que ha puesto sobre la mesa el FMI; por otro, sacar de Saied un poco de flexibilidad sobre las reformas que el Fondo Monetario Internacional pone como condición (el fin de algunos subsidios a la gasolina y la harina, el recorte del gasto de los empleados públicos, para limitar la deuda) y que la presidente tunecino rechaza dictados como inaceptables.
Temor por nuestra infraestructura energética
El objetivo es evitar el default del país norteafricano que tendría consecuencias muy graves para Italia y más allá.Está en juego, además del “riesgo de éxodo”, del que ya se siente una presión creciente en los últimos meses con la multiplicación de desembarcos, ahí también está el temor por nuestras infraestructuras energéticas: el gas argelino, que se ha convertido en el principal proveedor de Italia, pasa de hecho casi 400 kilómetros por Túnez antes de llegar al Mediterráneo y llegar a Sicilia, conectándose a la red nacional. Meloni lo sabe muy bien. Y no es casualidad que haya pedido en repetidas ocasiones la intervención de Europa y el FMI.
La cuestión de los flujos migratorios
La visita estuvo precedida de un trabajo diplomático en el que desde hace meses participan la propia premier y el canciller Antonio Tajani. «Hoy Túnez está en dificultades -explicó el Primer Ministro-. Está viviendo una situación muy delicada porque corre el riesgo de un impago financiero y claramente si cae el gobierno tunecino viviremos un escenario absolutamente preocupante. Y es sobre este escenario que trabajamos». Tras la llamada telefónica del viernes pasado, Meloni se reunirá con Saied y luego con Najla Bouden Ramadan (también la primera mujer primera ministra de su país): se abordarán las relaciones entre Italia y Túnez (próximamente también unidas por una línea eléctrica submarina de 200 km), pero arriba todo lo que hablará será sobre la ayuda internacional y el tema decididamente entrelazado de los flujos migratorios.
El acuerdo trilateral con von der Leyen y el primer ministro holandés Rutte
Un tema sobre el que el presidente tunecino ha propuesto una conferencia de alto nivel entre los países afectados, entre el norte de África, el Sahel, el Sáhara y el Mediterráneo. Desde marzo, el gobierno italiano denuncia la alarma de Túnez con el temor de una catástrofe humanitaria, con 900.000 refugiados potenciales. “El próximo Consejo de la UE”, a finales de junio, “debe actuar de inmediato”, esperaba Meloni en el G7: en Japón habló al respecto con el presidente francés Emmanuel Macron, con Kristalina Georgieva, directora general del FMI, y el presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Unos días después, en la cumbre de la Comunidad Política Europea, también tuvo un acuerdo trilateral con la propia von der Leyen y el primer ministro holandés Mark Rutte, quien tiene una línea similar a la de Meloni sobre el dossier migrante, y no descartó la posibilidad de un viaje juntos a África. Así nació esta misión italiana (conocida por todas las cancillerías de la UE), una nueva etapa africana después de Argelia y Libia.
El plan Mattei
Un camino también vinculado al Plan Mattei, que será presentado en octubre. La gestión del expediente Túnez puede llegar a ser emblemática. El FMI sigue bloqueando la financiación de unos 2.000 millones de dólares (aprobada en octubre) por las escasas garantías que ofrece Saied tanto en materia de reformas como de respeto a las normas democráticas.