Si no tuvieran que cuidar a sus otros hijos, la madre Miranda y el padrastro Mark preferirían no levantarse de la cama. Todavía no pueden procesar la muerte de Kaylee (20), quien fue atropellada en su ciudad de Alphen el pasado verano por un automovilista que conducía a 132 kilómetros por hora. La pareja espera que el perpetrador reciba una sentencia más alta y que nunca más se le permita conducir.
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