De triunfos a caprichos de superestrella consentidos. En todo caso, CR7 se rebela contra el final deprimente

Ronaldo, acostumbrado a mantener todos los focos sobre él, aún no se resigna al triste declive: en 2022 se volvió casi incomprensible por actitudes, silencios y gestos

Triste y solo en un mal final. Así se titula el último capítulo de la gloriosa biografía deportiva de Cristiano Ronaldo. El chico se hizo crack a base de esfuerzo, ética de trabajo, sacrificio, compromiso, dedicación maníaca. El adolescente que lloró en la soledad de Lisboa por perseguir su sueño, devorado por la «saudade» por su isla tan lejana como su familia. El joven fenómeno que no hablaba inglés y se comprometió a seguir al pie de la letra las órdenes de su segundo padre, sir Alex Ferguson, impartidas en un escocés incomprensible para muchos ingleses. De Manchester a Manchester 19 años después. Llegó de Turín lleno de esperanza, quiere irse lleno de rencor. En 2003 Cristiano Ronaldo fue incomprendido, pero solo en el terreno lingüístico. En este 2022 se ha vuelto incomprensible por su actitud, silencios, gestos. ¿Cómo es posible que alguien que también fue campeón de imagen y gestión de la misma pueda comportarse de esta forma tan equivocada?

La respuesta es compleja. Cris siempre ha tenido algo de aniñado, infantil, mimado, incluso en el apogeo de su maravillosa carrera. La forma de protestar cuando preguntó por lo que en España habían bautizado como «penaldo», un penalti que solo él vio. O las manos golpeadas contra el suelo, los ruidos exagerados, la gesticulación desmedida, los rostros ante supuestas injusticias cósmicas. Las quejas evidentes, los gestos de enfado por sus compañeros que no le pasaban el balón, que le negaban un gol más. La necesidad de estar siempre en el centro de la escena. Que si queremos es lo que pasó el miércoles por la noche en Old Trafford: el United venció al Tottenham, el equipo de Ten Hag ha empezado a disparar desde hace tiempo. Él está en el banquillo. ¿Cómo puedes ser el protagonista? Negándose a sí mismo a entrar cuando fue cuestionado. Pero la historia del fútbol está llena de «no» de este tipo. Y luego CR7 se levantó y se fue. «¿Me doy cuenta más si vengo y me quedo al margen o si no vengo?». El portugués reinterpretó la célebre frase de Nanni Moretti al abandonar la fiesta organizada por sus compañeros sobre el césped de un estadio que era el suyo, que le adoraba y que hace un año acogió con júbilo su regreso hace un año.

Ronaldo actuó como el niño melancólico que se va del partido con sus amigos, y ni siquiera ha podido quitarle el balón, porque ya no es suyo. El que lo tiene todo… Pero al menos Cris ha conseguido un intento, que la gente hable de él. Por la peor de las razones, la deserción del adicto al trabajo. Quien, para no perder el protagonismo, ha decidido hacer algo muy poco digno que le ha eliminado del próximo partido del United, en Stamford Bridge. El ganador de cinco Balones de Oro ahora entrena solo, recluido, excluido, castigado como cualquier otro pilluelo. El futbolista que, a sus 36 años, al marcharse (mal) de la Juventus, consiguió un contrato de 500.000 libras semanales que unos meses después intentó romper, sin querer ceder ni un céntimo. El hombre que corre hacia el medio billón de seguidores en Instagram (anoche tenía 489.802.948) ha decidido dar un mal ejemplo a su audiencia. Independientemente de una imagen que está en deprimente (y para CR7 inaceptable) decadencia como su carrera futbolística. Peter Pan es envenenado y ha perdido la cabeza.



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