Más temprano ese día, el presidente de Vooruit, Conner Rousseau, arremetió contra Vlaams Belang durante su discurso en Sint-Niklaas. Por ejemplo, Rousseau llamó al partido “un lobo con piel de oveja”, un partido que pretende defender a los trabajadores, pero “en realidad defiende los intereses de la élite”. El abandono de Vlaams Belang no fue una coincidencia. Vlaams Belang eligió organizar su propia celebración anual del 1 de mayo en Sint-Niklaas, la ciudad natal de Rousseau.
En su discurso, Rousseau dio una respuesta inequívoca de los griegos. Según él, el presidente de Vooruit y el gobierno federal de Vivaldi “no tienen idea de lo que está pasando entre la gente” y Vlaams Belang es el único partido que se ocupa de los flamencos comunes. “El Vlaams Belang es el sindicato de los flamencos trabajadores”, según Van Grieken.
Van Groet también criticó la declaración que Rousseau hizo la semana pasada sobre Molenbeek. “Cuando conduzco por Molenbeek, tampoco me siento en Bélgica”, dijo el presidente de Vooruit en una entrevista con Humo. “No nos dejaremos enseñar por un partido que ha sumido a Valonia en la miseria durante años. De un partido que vive del dinero de los contribuyentes flamencos y de un partido que facilita cada año la inmigración masiva de todo el mundo, para que su colega socialista Rousseau ya no reconozca municipios como Molenbeek cuando los atraviesa con su chófer”, respondió Van Grieken.
La protección del poder adquisitivo también es una prioridad absoluta para Vlaams Belang. Es principalmente el gobierno el que tiene que hacer un esfuerzo y no el Fleming ordinario. “No es nuestra gente, sino el gobierno el que vive por encima de sus posibilidades”, dice Van Grieken.
El propio partido presenta dos propuestas concretas. Por ejemplo, aboga por una reducción inmediata del impuesto sobre el trabajo aumentando la suma libre de impuestos al salario digno y una reducción en la tasa del segundo tramo impositivo del 40 al 30 por ciento. “De esta manera, cada flamenco que trabaja puede gastar 150 euros más netos al mes con el mismo salario bruto”, dice Van Grieken. Una segunda propuesta es bajar definitivamente el IVA de la energía al 6 por ciento, “porque el gas y la electricidad son necesidades básicas y no bienes de lujo”, suena.