No es solo la carrera en el precio del combustible lo que pesa sobre los bolsillos de las familias italianas. Cuanto más tiempo pasa, más se trasladan las subidas de los precios de la energía al resto de sectores económicos y bienes: como el pan, que se ve afectado por los ingredientes de mayor precio, y cuyo precio repercute a su vez en los precios del supermercado o restaurante.
En definitiva, una avalancha de agentes económicos por adaptarse para defender sus márgenes de la inflación. Sin embargo, esto crea más inflación: un problema para el gobierno pero también para los bancos centrales, que se ven obligados a intervenir si aumenta la inflación neta de energía. Giorgio Di Giorgio, profesor de Economía Monetaria de Luiss lo explica: «La energía y los alimentos son el insumo para producir cualquier cosa. Los gastos generales de producción están aumentando, por lo que tratamos de recuperar los márgenes erosionados aumentando los precios”, señala.
El impacto en los precios de los bienes transportados
El “paso” creado por la expiración de los recortes de impuestos especiales ejecutivos tiene una naturaleza temporal, explica Di Giorgio: es una “única” después de todo. Pero con una incidencia del 60 % en los precios de la gasolina y de casi el 50 % en los precios del diésel, existe el riesgo de una nueva expansión, aunque temporal, de incendios forestales a medida que el transporte se encarece, y con ellos los precios de los bienes transportados. Un riesgo que está a la vuelta de la esquina. El resto dependerá de los precios internacionales de la energía, y por tanto del escenario de guerra, o de “cuellos de botella” pandémicos al comercio.
El manto corto y la dificultad de mantener el corte especial
Difícil imponer la moderación de precios para contener la inflación. Aún más difícil, según Di Giorgio, mantener indefinidamente el recorte de impuestos dados los otros compromisos de gasto adquiridos con la maniobra y una cobertura “demasiado corta”. “A menos que encontremos otras fuentes de ingresos”, según el economista, la solución podría ser “intervenir sobre determinadas categorías expuestas, o sobre las familias más necesitadas”.
Los movimientos del BCE
Ciertamente, la expansión de los aumentos de los precios de la energía para incluir el transporte, el turismo y las compras en los supermercados está bajo la mirada del BCE, que también tiene que analizar la inflación general en la zona del euro. Porque de un fenómeno “exógeno” y fuera del control de un banco central, pasa a ser un problema interno. Ante lo cual el BCE, al igual que la Fed, no tiene otra arma que reducir la demanda, es decir, la actividad económica.