Una adicción a las drogas, deudas y sin un hogar permanente. Klaas de Hoogeveen no siempre ha tenido una vida fácil, pero nunca se rindió. Durante varios años ha luchado por volver a la vida.
Las deudas de Klaas han desaparecido y vuelve a trabajar, además ha puesto fin a su adicción a la cocaína. “Lo usé durante veinte años, ¿lo crees?”, dice. “Ahora tengo control sobre la situación y ya no consumo, ¿no es tan agradable?”
A través del Ejército de Salvación tiene una casa en Hoogeveen donde se siente como en casa. Y se las arregla con algo de dinero trabajando, pero eso no le alcanza. Por eso utiliza el banco de alimentos. “Y no me avergüenzo de eso”.
“Vivo de una paga semanal, que no es mucho, pero el banco de alimentos me da un poco más”, explica. Pero, ¿cómo funciona algo como esto en el banco de alimentos? Klaas nos acompañará hoy.
Coge una mochila del perchero y mete en ella algunas bolsas de la compra. Luego cierra la puerta detrás de él y mueve el andador hacia el banco de alimentos. “Está diseñado como un supermercado”.
Una vez cada dos semanas puede recoger productos junto con un voluntario que le acompaña. “Visitamos todos los estantes. Desde lácteos hasta pan y desde mantequilla de maní hasta carne. Puedes llevar lo que necesites”.
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