El belga costó 35, el argentino 31. Milan e Inter deben recuperarlos para evitar el fiasco económico, además del técnico
Pensamos que eran tops, pero son fracasos, al menos por el momento. Charles De Ketelaere y Joaquín Correa, jugadores símbolo del declive de Milán e Inter. Son de distintas edades, De Ketelaere tiene siete años menos y eso le gana una buena “paciencia y comprensión”, pero ambos comparten un presente de delanteros irrelevantes, casi lastres si estamos en las últimas actuaciones. Una vaguedad básica los une, ambos deambulan por el campo sin convicción, como si fueran extraños. Excluidos los contratos personales, cuestan más de 60 millones, 35 para De Ketelaere, 32 más 3 por bonos bastante fáciles y 31 para Correa. Dinero tirado, siempre con la retrospectiva de hoy. No se puede descartar que mañana las cosas cambien.
Fuera de contexto
—
“Impresionado”, impresionado. Así respondió Pep Guardiola a una pregunta sobre Charles De Ketelaere en otoño de 2021, tras un Brujas-City (1-5) en Champions. Debe ser por eso que se dice que De Ketalaere es un potencial nuevo De Bruyne, un joven denostado en el Chelsea y luego ascendido al cielo de los grandes en el Manchester de Guardiola. Hoy, la ciudadanía belga común sigue siendo el único punto de contacto entre los dos. De Ketelaere en Milán no echó raíces. Algunos fuegos fatuos al principio, cosas buenas a finales de agosto contra el Bologna, luego el desierto, un lento deslizamiento hacia la irrelevancia. A estas alturas, De Ketelaere está desvinculado del contexto, por decirlo en un cliché. No está claro cuál es el rol: ¿extremo, centrocampista ofensivo, falso delantero centro? Demasiados roles, poca identidad. Su técnica -que está ahí- no se nota, el chico es incapaz de desplegarla. De Ketelaere era buscado por Paolo Maldini y llegó a Milán al final de una agotadora negociación, resuelta en torno a los 35 millones, todo incluido. Es inexplicable que Stefano Pioli no haya obtenido nada del chico en cinco meses. Es una derrota estruendosa, el jugador sigue siendo uno de los jóvenes europeos más prometedores. Tal vez De Ketelaere esté pagando por el hecho de que se mudó a Milán en la temporada equivocada, posterior al scudetto. El equipo se sentó y no lo asimiló, pero él debe rebelarse contra el adormecimiento, redescubrir el valor para jugar. En esta fase es habitual que, habiendo recibido el balón, vuelva y se lo coloque con descuido a algún compañero. Cero goles, cuando en la 2021-22, con el Brujas, había marcado 18 en 49 partidos. No es posible que un internacional belga se haya “equivocado” de repente. Hay que encontrar al verdadero De Ketelaere, para no correr el riesgo de que, vendido en otra parte, demuestre de lo que es capaz, a la manera de De Bruyne.
Ilusión y desilusión
—
En el verano de 2021, Correa se presentó al Inter como no pudo. Dos bonitos goles al Verona en el Bentegodi, a las pocas horas de firmar el contrato: un gran cabezazo, una gran zurda. Parecía el prólogo de una unión maravillosa. El Inter tuvo que dejar atrás a Lukaku, que fue vendido al Chelsea, y Simone Inzaghi había pedido y conseguido a Joaquín Correa, su protegido en la Lazio. Un delantero talentoso, pero discontinuo. Imparable en los días de gracia, inútil en los días de holgura. Lamentablemente para el Inter, Correa, en esta temporada y media en el Milán, ha sido más inútil que imparable y la tendencia se ha acentuado esta temporada. Inzaghi ya no puede encenderlo. En la Lazio promedió 10 goles por temporada, 30 en tres años. 6 goles totales del Inter en la 2021-22 y 3 goles totales en la 2022-23, cifra mejorable, porque faltan muchos partidos entre liga y varias copas. Sin embargo, las actuaciones tienden a deteriorarse, Correa es cada vez más marginal en el Inter Inzaghiana. Ni siquiera sintoniza las frecuencias de Lautaro Martínez, un argentino como él, amigo y compañero de la selección. Parece que empezó temprano en la puesta del sol, pero no puede terminar así, a los 28 años. Suponemos que es cuestión de cabeza, lo deducimos de ciertas posturas de renuncia, el lenguaje corporal no miente. Correa ya no cree en lo que hace ni se siente ajeno al Inter, y no sabemos qué es peor. Ofrece un rendimiento a la baja pese a la dirección técnica de Simone Inzaghi, el técnico que más le ha entendido en los últimos años. La ilusión del estreno en Bentegodi en agosto de 2021 está envuelta en desencanto, San Siro Interista ha dejado de creer en Correa y espera que Marotta y Ausilio puedan colocarlo en otro lugar, lo que no es fácil si no se tiene en cuenta una discreta pérdida patrimonial . Todo lo que le queda al Inter es confiar en el orgullo del jugador. En algún lugar dentro de Correa, ciertamente conserva el amor propio por su talento: es hora de sacarlo a relucir.
26 de enero – 12:04
© REPRODUCCIÓN RESERVADA