También será el turno del San Siro: estadios míticos sustituidos por estructuras más modernas y funcionales. Pero a la afición poco le importa: entre coros, mayonesa, ritos paganos, promotores inmobiliarios sin escrúpulos y trasplantes arquitectónicos, historias de cambios y corazones rotos
Cuando las excavadoras comienzan a hacer su trabajo sucio, no es solo un estadio el que es derribado. Cada muro que cae deja escombros en nuestra memoria, cada puerta rota es una herida. Si es cierto que todo estadio es una catedral, no es nuestra fe en la religión del fútbol la que falla sino la memoria del lugar donde -esa fe- la vivimos. El futuro no descuenta, así es. De lo contrario, no sería futuro. Pero mientras San Siro se prepara para su segunda vida y ya se escucha a lo lejos el ruido de las excavadoras, nosotros venimos a hacer un recorrido por las grandes catedrales del fútbol que han sido demolidas y lo único que nos importa es asegurar el patio, sí, pero de nuestros sentimientos.