Si, por un lado, el trabajo estructural inteligente reduce los costos para las empresas y salva a las familias, por el otro, pone en riesgo los puestos de trabajo. Las empresas italianas de comercio, turismo y servicios, artesanía y pequeña industria hacen balance de esta forma de trabajar.
Según el dossier elaborado por Confesercenti, titulado “Cambiar de trabajo, cambiar de ciudad”, centrado en los efectos del smart working en negocios, familias y empresas, un escenario estructural de teletrabajo tendrá un impacto negativo, con el cierre de casi 21 mil actividades. y la pérdida de más de 93 mil empleados, en particular en empresas públicas y hostelería.
Al mismo tiempo, la reducción de personal presencial puede suponer un importante ahorro para las empresas, desde los costes incurridos por la compra y alquiler del local hasta los del consumo de electricidad y gas, transporte y viajes y el conjunto de costes indirectos. . En particular, un escenario estructural de teletrabajo podría generar un ahorro al sistema emprendedor de unos 12.500 millones de euros al año.
Con el smart working estructural 4,9 millones de trabajadores no se mueven de casa
Con el trabajo inteligente, según la encuesta, la mayor parte de la reducción del gasto se concentraría en las grandes ciudades que tienen actividades terciarias avanzadas. Para estos centros podría haber una recuperación del turismo vacacional pero un descenso estructural de los flujos laborales: son precisamente las ciudades más densamente pobladas las que tienen más actividades que se pueden realizar a distancia (alrededor del 45%), mientras que en las ciudades menores , este porcentaje ronda el 20%. En general, en un régimen de trabajo inteligente estructural, en promedio, alrededor de 4,9 millones de trabajadores por día ya no se moverían de casa. De estos 1 millón que utilizan el transporte público.
Menos de 9.800 millones de gastos de los hogares
Movilidad, pero no solo. El trabajo inteligente afecta los hábitos de consumo y el tipo de gasto familiar. Quienes trabajan a distancia gastan más en tecnología para trabajar desde casa; menos para el cuidado personal y la ropa; además, consume menos comidas fuera de casa, utiliza menos actividades de transporte y alojamiento pero al mismo tiempo aumenta el gasto en alimentos y en los hogares. El balance entre mayor y menor consumo, sin embargo, es negativo: si se volviera estructural, el smart working llevaría a las familias a gastar -9.800 millones de euros al año respecto a los niveles anteriores a la pandemia de Covid.