De Carolis, el corazón y el coraje no son suficientes. Sadjo gana por kot en el 8, adiós al sueño europeo


En París, el boxeador romano de 39 años se rinde ante los golpes del campeón francés del peso supermediano. El córner italiano tira la toalla

El corazón y la experiencia no son suficientes y Giovanni De Carolis, que en Levallois (París) perdió por nocaut en el octavo asalto ante el francés Kevin Lele Sadjo, que defendía el título europeo de peso supermediano. Fue el árbitro suizo Guggenheim quien decretó el final del combate a 28″ del final del octavo round mientras desde el rincón del boxeador romano Mattioli tiraba la toalla para evitar una conclusión más traumática.

Moviente

El boxeador de 39 años se mostró a veces heroico y estoico, después del nocaut de Daniele Scardina en Milán buscaba un epílogo feliz en su gran carrera, es decir, intentar conquistar el cinturón continental. No fue fácil, pero intentó todo para contener a un oponente tetrágono, en presencia del titular más fresco y siempre incesante en sus golpes. A la larga, De Carolis habría perdido puntos porque, a pesar de algunos ganchos y ganchos, no pudo debilitar seriamente a su oponente, que, en cambio, siempre intentó llevar a nuestro boxeador contra las cuerdas. En términos de cantidad de golpes, el francés dominó, pero la resistencia y el coraje para aceptar el combate incluso desde distancias cortas fueron admirables en el experto romano, que fue campeón mundial de peso súper mediano. Fueron 6 años de diferencia a favor de Sadjo, invicto en 22 partidos con 19 nocauts frente a 33 victorias y hasta 11 derrotas para el retador italiano (16 nocauts y también un empate). Los dos boxeadores de 75 kilos dieron vida a un combate agradable e intenso, en el que el ritmo del tamborilero del francés no daba escapatoria. No hubo respiro para el combativo y gran anotador italiano, que mostró su mejor momento entre la cuarta y quinta ronda. Los signos del fracaso de Giovanni ya se podían ver en el séptimo asalto; luego la combinación del octavo que doblegó la resistencia y un poco las piernas de De Carolis, un gran profesional, escrupuloso y serio como pocos, que en los últimos años tuvo que esperar y finalmente luchar contra su propia cédula de identidad.



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