De Bután a París, la soldado Lhamo ganó sus Juegos Olímpicos cruzando la meta


Kinzang forma parte del ejército real, pero seis meses al año se convierte en atleta e intenta mejorar sus tiempos: «Mi objetivo – dijo la víspera – es terminar el maratón y lo daré todo». y el lo hizo

Kinzang Lhamo sólo quería terminar su carrera. No buscaba podios, récords, puestos. Había pedido poco a los dioses del deporte, sólo llegar a la meta. Y cruzar la línea, esa frontera entre el abandono y la gloria. Cada uno en el deporte ve lo que quiere. Para muchos es la superación de lo imposible: la conquista de tres, cuatro o tantos oros como la grandeza de sus deseos. Quizás en una sola edición. Pero a otros les basta con llegar, tumbarse en el suelo, escuchar su respiración y decir sí, lo logré. El objetivo de Kinzang, de 26 años y de Bután, era terminar el maratón. “Es lo que quiero hacer y lo daré todo”, afirmó antes de marcharse. Ella tuvo éxito. Noventa minutos después de la primera, octogésima en meta, llegando caminando pero sin detenerse, mientras la multitud a los lados de la carretera la siguió durante unos kilómetros animándola, animándola, golpeando las barreras. Que la fuerza os acompañe. Un éxtasis colectivo. El último día de los Juegos no hay madera real, de todos modos no existe, así que dejémosla volar. Sin embargo, hay una metáfora, y tal vez valga la pena toda la Olimpiada.



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