David Gilmour ordena su patrimonio. Después de vender los derechos del catálogo de su ex banda Pink Floyd, el hombre de 78 años se despidió de los fans estadounidenses con conciertos triunfales en Los Ángeles y el Madison Square Garden de Nueva York, donde actuó cinco veces seguidas.
Al margen de esta minigira, Gilmour también reveló secretos de la última etapa de Pink Floyd. Durante el trabajo de estudio del que fue oficialmente su último álbum, “The Endless River” de 2014, la banda fue acosada masivamente por la discográfica, según una entrevista con el “Los Angeles Times”.
¿Fondo material a precio de amistad?
“Cuando llegó el momento de producir el álbum, nuestro ingeniero Andy Jackson descubrió que lo llamó ‘The Big Spliff’. Una colección salvaje de improvisaciones y fragmentos de las sesiones de 1994 de ‘The Division Bell’, anteriormente disponibles en forma pirata. Los fanáticos incondicionales estaban interesados en estas cosas desde el pasado. Y pensamos: dárselo”, recuerda Gilmour. Pero no como un álbum normal. Debería ser un fondo material para un premio de amistad.
Bajo la presión del sello, Gilmour se hizo cargo de las pistas instrumentales y ambientales junto con el baterista Nick Mason. Sigo creyendo en seleccionar un disco descartado. Sólo “Louder Than Words”, con su letra, pasó como una “canción real” para ella.
Hubo gran asombro e ira cuando finalmente se comercializó “The Endless River” como un gran regreso.
“Mi error fue que dejé que la compañía discográfica me presionara para publicarlo como un disco completo de Pink Floyd”, admitió Gilmour. Se habrían generado expectativas completamente falsas. “Debería haber quedado claro para todos de qué se trataba. Definitivamente no es un sucesor de “Louder Than Words”. Pero como dice el refrán, nunca es demasiado tarde para caer en una de estas trampas”.
“Es historia, todo quedó en el pasado”
Como en entrevistas anteriores, Gilmour también pareció aliviado en la entrevista de LA Times por poder deshacerse del equipaje del pasado.
“Es historia, todo quedó en el pasado. Esto es para las generaciones futuras”, dijo, resumiendo el acuerdo de 400 millones de dólares por los derechos de la canción y la marca registrada de Pink Floyd. “Soy un anciano y he pasado los últimos 40 años librando algún tipo de batalla contra las fuerzas de la pereza y la codicia; para aprovechar nuestro material al máximo posible. poder. Y ahora he abandonado esta lucha”.
Su agridulce conclusión: “Recibí mi anticipo. Pero no es dinero fresco, es un pago por lo que habría ganado de todos modos en los próximos años”, explicó Gilmour. “Pero es maravilloso decir finalmente adiós a las discusiones, peleas e idioteces que han tenido lugar entre cuatro personas improbables y sus gerentes durante las últimas décadas”.