Los insultos racistas y los versos guturales dirigidos al jugador del Inter Romelu Lukaku durante el partido de Copa de Italia disputado contra la Juventus le costaron a Daspo cinco años. Las “apreciaciones” – que el Tribunal de Casación tilda claramente de discriminación racial – estallaron especialmente después del penalti marcado por el atacante, nacido en el 93. El recurrente, después de haber intentado negar que formara parte del grupo de racistas que había insultado al futbolista belga, había señalado con el dedo al campeón que, según él, había provocado al público, comportamiento ignorado por el comisario de policía que lo había castigado, imponiéndole la obligación de presentarse en la comisaría de su lugar de residencia durante cinco años, al final de la primera mitad de cada partido de fútbol de la Juventus.
El buen comportamiento en la vida no cuenta
Tampoco las quejas del recurrente sobre su buena conducta en la vida y el impacto que la restricción habría tenido en su trabajo: una actividad comercial con mayor afluencia por las tardes durante los partidos de fútbol.
En cuanto al trabajo realizado, los jueces tuvieron la oportunidad de examinar una nómina y un certificado de la cámara de comercio, insuficientes para establecer el impacto de la medida en determinados días u horas. El peligro social específico que afecta al orden público durante los acontecimientos deportivos, en el que se basa la medida, tampoco puede excluirse únicamente en consideración de una vida social normal y ajena a los circuitos criminales. Por no hablar de que el currículum del acusado no estaba exactamente inmaculado, dado que ya había sido atropellado por un Daspo.
El discurso del presidente de la Fgci
El Tribunal de Casación recuerda también que ni siquiera la absolución del delito que activó el semáforo en rojo para entrar en el estadio es suficiente para dejar automáticamente sin efecto la disposición, a menos que la fórmula sea “porque el hecho no existe” o “porque el acusado no cometió”. él”. Y este no fue el caso.
Los jueces de legitimidad rechazaron la tesis de la defensa del remitente, según la cual la motivación sobre la peligrosidad y urgencia de la medida se basaba sobre todo en el revuelo mediático del asunto debido a la difusión de las imágenes. El Tribunal, sin embargo, aclara que sólo se castigaron los insultos por motivos raciales pronunciados por un grupo de aficionados. En aquella ocasión, el propio Lukaku había pagado un precio. De hecho, su celebración fue interpretada por el árbitro como una provocación hacia el público. Malentendido que provocó la descalificación del jugador nerazzurri. Una disposición contra la que el Inter recurrió sin éxito, confiando posteriormente su descontento en un comunicado “al reconocer que la víctima es la única culpable”. Fue el presidente de la FIGC, Gabriele Gravina, quien puso fin a una historia paradójica, tras haber criticado la descalificación del ganador de la Copa de Italia de este año, dando finalmente peso a los “inequívocos insultos racistas” que había sufrido y subrayando “el compromiso del sistema deportivo de luchar contra todas las formas de racismo”. El mismo compromiso que todos debemos asumir cada día para construir una sociedad y una Europa verdaderamente antirracistas.