Cuidador versus RSA, 6 de cada 10 familias eligen la atención domiciliaria


Hacerse cargo del cuidado de los miembros de su familia es uno de los aspectos más complejos que se encuentran detrás del cuidado de un ser querido dentro de una familia. Al ayudar a las personas mayores o no autosuficientes, las familias italianas prefieren centrarse en los cuidadores en lugar de recurrir a la Rsa. Eso es lo que dice el informe «Familias, trabajo doméstico, cuidadores, Rsa», elaborado por Censis para Assindatcolf, la Asociación Nacional de Trabajadoras del Hogar, que en mayo sometió una encuesta a una muestra representativa de sus miembros (1600 familias). La investigación fue presentada el jueves 7 de julio.

Para asistir a un familiar anciano o no autosuficiente, el 58,5% de las familias no dudan en rechazar el uso de una RSA (residencia de ancianos), prefiriendo contratar a un cuidador. Sólo el 41,5% de las familias toman en consideración la elección de una RSA: de estas, el 21,3% acudiría a una estructura afiliada, el 14,2% a una privada, el restante 6,0% a una pública. En la muestra de Assindatcolf también hay una mayor concentración de respuestas adversas al uso de RSA entre los mayores: del 50,8% de los menores de 55 años (con unas décimas por encima de la mitad de los encuestados, el 50,8% ) pasa al 52,9% de los que tienen entre 55 y 64 años, para llegar al 69,5% de los mayores de 64 años.

Mujeres más orientadas a evitar una RSA

Las mujeres muestran la orientación más marcada a evitar una RSA (60,1% frente al 56,1% de los hombres). Incluso los propios mayores se muestran escépticos sobre el uso de un RSA: del 50,8% de los menores de 55 años al 52,9% de los que tienen entre 55 y 64 años, para pasar al 69,5% de los mayores de 64 años.

Aspectos negativos y positivos relacionados con la elección de no cuidar al familiar en el hogar

El alejamiento de la solución de la RSA se explica sobre todo por las dudas relativas a la calidad de las relaciones que podrían mantenerse en el seno de las estructuras asistenciales. Quienes excluyen el uso de una RSA son conscientes de las dificultades para volver a proponer, fuera de su hogar, la atención a las personas mayores o no autosuficientes (59%). También existe la creencia de que la separación del hogar tendría efectos negativos en el familiar a ser asistido (20,9%). Por el contrario, la elección de un RSA está motivada por la profesionalidad del personal empleado en las estructuras de asistencia (63,3 %). Otros aspectos son menos importantes, como el monto de la tasa a pagar, que se refiere a una evaluación de la sostenibilidad del gasto (9,1%), y la proximidad de la estructura (9,0%), lo que garantizaría la posibilidad de visitar con mayor frecuencia al familiar encomendado a la RSA. La calidad del entorno y la provisión de herramientas que garanticen un cierto grado de autonomía a los asistidos recogen un total de alrededor del 15% de las indicaciones.

Cuidadores familiares: imprescindibles, pero invisibles

El 53,4% de las familias considera prioritario paliar el cansancio de los cuidadores mediante la intervención de personal externo. Entre las soluciones a adoptar a favor de los cuidadores, se indica el reconocimiento de formas de ingresos que puedan recompensar, al menos parcialmente, el papel sustitutivo desempeñado por la falta de herramientas asistenciales adecuadas para la asistencia de personas mayores o no autosuficientes (25,5). %). Tras esto, se espera que el cuidador pueda trabajar desde casa (9,0%), mientras que el 6,7% requeriría un seguro contra accidentes domésticos y la posibilidad de acceder a una pensión en base a aportes nocionales. Finalmente, para el 5,4%, los cursos de formación serían útiles para cualificar la asistencia que se ofrece al familiar.



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